¿De los colorantes que os voy a contar?
Pues que hay principalmente dos tipos: líquidos y en polvos. Y de estos últimos también hay dos tipos: hidrosolubles y liposolubles, lo que significa que se mezclan o bien en agua o en aceite.
Los que se mezclan en aceite se pueden agregar al jabón desde un principio, por que así con el movimiento y eso, se disuelven mejor. Los hidrosolubles hay que mezclarlos previamente con agua y se suelen añadir después de la traza. Si además queremos separar parte del jabón para colorearlo de otra manera, pues se lo añadimos una vez separado.
Los líquidos suelen utilizarse para los jabones de glicerina u otros cosméticos. Para los jabones en frío suelen ir mejor los que vienen en polvos.
Se identifican generalmente por el color index CI seguido de un número de 5 cifras o por su nombre. Por ejemplo el CI77007 es el azul ultramar (o ultramarino).
Se puede también utilizar como base para el color el colorante blanco conocido como dióxido de titanio. Suena a chunguísimo pero no es más que una piedra molida que se llama rutilo. En condiciones normales es completamente inocuo y tiñe bastante de blanco por lo que produce jabones más blancos. Pero además, como decía, puede servir de base para afianzar mejor otros colores, que además tomarán un tono más pastel.
Los colorantes, no obstante, deben de ser siempre de grado cosmético. De nada sirve gastar tiempo y dinero en hacer jabones si luego le vamos a poner cualquier ingrediente de origen y calidad dudosos.
Tanto los lipo como los hidrosolubles se pueden disolver en alcohol de 96º. Al principio la mezcla es estable pero al cabo de un rato el colorante se deposita en el fondo. Se agita un poco en el momento de su uso y está perfectamente utilizable. Así incluso se pueden mezclar para conseguir colores intermedios.
Otra fuente de posibles colores son las arcillas. Las hay verde, blanca, rosa, roja, azul y gris, que yo sepa. Aportan también dureza y producen una suave exfoliación.
Los aceites utilizados para la elaboración del jabón también pueden darle color, así el de cáñamo proporciona un verde intenso, el aceite de zanahorias, el de rosa mosqueta o el de germen de trigo proporcionan distintos grados de naranja, el de olivas desde amarillos a verdosos que al final quedan más o menos marfil, y el coco, palmaste, sebo, manteca y karité producen jabones muy blancos que pueden resultar idóneos para ser coloreados.
Los colores naturales de origen vegetal como la clorofila o algas (para el verde), la cúrcuma (amarillo), el pimentón (rojo anaranjado), etc, son menos estables en el jabón y con el tiempo acaban perdiéndose. El caramelo, cacao o el café (para los marrones) son más estables.
Si se utilizan óxidos o colores sintéticos. Es importante que sean resistentes al pH elevado de los jabones en su momento de elaboración. En algunos casos el color varia completamente a la acción cáustica y en otros vuelve a su color natural cuando el jabón baja su pH.