No queríamos que vistiera el típico vestido azul pálido, con adornos en dorado, y el velo tieso color blanco brillante. Queríamos una Virgen María que destacara por su sencillez.
Diseñamos un vestido largo y amplio, en azul intenso, con un cinturón de doble nudo, y con corchetes en los hombros para evitar cremalleras.
El cuello sería alto, pero con formas onduladas, para darle un aspecto más femenino y dulce.
Las mangas, largas y bastante amplias, daban sensación de una moda de otra época, la que se intentaba recrear en el conjunto.
El velo era un tul que se adaptaba a sus formas, suave al tacto, terminado en una pequeña puntilla.
Finalmente, conseguimos crear un atuendo único, que resultó bastante llamativo.
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