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Ahora que voy a participar en el Mercado da Chuvia, me parece un buen momento para hacer esta entrada. ¿Por qué? Porque ante el auge del craft, de que cualquiera es artesano y toda la demanda que hay por parte de los artesanos de dar salida a sus piezas (que no demanda del público) los mercadillos de un día o de un fin de semana empezaron a surgir como setas.
Por curiosidad, me apunté a unos pocos y fui de acompañante a otros tantos, pero no tardé en decidir que no quería repetir y que me ceñiría a los salones y convenciones; aún con mi poca experiencia he visto cosas que no creeríais. ¿Por qué me tuve que pensar tanto el apuntarme al Mercado da Chuvia? Lo resumo en 8 sencillos puntos:
1.No están organizados por profesionales
Pocas veces estos mercadillos están organizados por profesionales, si no que son artesanos u oportunistas. Esto lleva a un mercadillo soso, falto de recursos, y (aunque parezca una contradicción) poco creativos, repetitivos, sin novedad, sin atracción para el público. En tres ediciones la gente se cansó de mercadillos en bares y se celebraron durante dos años. Hay otros mercados que están descaradamente organizados para ganar dinero con las cuotas de participación de los artesanos.
2.El programa se estropea en el último momento
"Iba a venir un grupo de música pero al final no, y no nos da tiempo a contratar a otro", "íbamos a tener una parrilla con churrasco para el público pero al final no puede ser", son frases que a quien ha asistido a estos mercadillos les suenan.
3.Los comerciantes de la zona se portan mal
No todos, por supuesto, pero me he encontrado con comerciantes celosos, sobreprotectores o paranoicos. Por ejemplo, en el Mercado da Chuvia de Área Central (Santiago) una tienda denunció a varios artesanos por no estar dados de alta como autónomos. En un mercadillo en el que iba a participar a finales de 2012 la dueña de una tienda, aunque no estaba cerca del mercado, amenazó con denunciar si se celebraba y éste estuvo pendiendo de un hilo hasta el último momento.
4.El público es desagradecido
El público, por regla general, no valora lo que se haces. "Esto es fácil de hacer" es una frase que estoy tan cansada de escuchar que ya no me afecta. Si no les gusta lo que hago o no quieren comprarlo no me parece mal, pero ¿que descalifiquen mi trabajo delante de mí?
5.Poca promoción
Hay organizadores que no saben darle promoción al mercado, y cuando es insuficiente se dedican a inventarse excusas. O le encargan la promoción a los propios artesanos. Por ejemplo, lo que pasó hace apenas un mes o el intento de revitalizar el Soho del Orzán (A Coruña) hace un año, que cuando nos dimos cuenta, teníamos 10 carteles en la mano y el encargo de pegarlos por la calle. Me he encontrado con organizadores que pensaban que hacer un evento en Facebook e invitar a los participantes era suficiente publicidad.
6.Malas localizaciones
Hay muchas malas localizaciones en las que normalmente se hacen los mercados: en bares, en el piso de arriba de bares, en la sala trasera de bares, en calles estrechas, en descampados lejos de calles principales... que ni son cómodas ni atraen público.
7.Competencia desmedida entre los participantes a los mercadillos
Te encuentras con artesanos con los que se comparte mercado que son ariscos, reservados, cuando no, directamente maleducados. En un mercadillo me quedé alucinando cuando la organizadora y dos artesanas que participaban se reían de una tercera con la que habían coincidido en otros mercados. Para rodearme de gente así, prefiero quedarme en casa.
8.Cuota de participación + porcentaje de ventas
No, no, no y no.
¿Habéis vivido alguna de estas situaciones? ¿Añadiríais algún punto a esta lista?
Por Anxo Cunningham