Así que, después de darle muchas vueltas, esto es lo que resultó: una tarjeta con un toque "vintage" y, a la vez, moderno. Estilos contrarios que no tienen por qué desentonar. Y como los polos opuestos se atraen, dos brads: uno positivo y otro negativo.
Y este es el interior, en el que puse un bolsillo para contener el sobrecito del dinero, también envejecido y con el típico borde de los sobres que se usan para los envíos por avión, ya que les encanta viajar.
Espero que guarden la tarjeta con el mismo cariño con el que yo la hice. Y a vosotr@s, ¿os ha gustado?