La remalladora es de esas amigas que irrumpen en la vida sin más pero que se hacen insustituibles. ¡Qué ganas de complicarme la vida! Pensé hace años cuando vi la primera
Años después, viendo todas las posibilidades que tiene en vuestros blogs, me lo planteé en serio, quería una. Fue una decisión de la que no me he arrepentido desde que llegó a casa.
Ahora camisetas de punto, sudaderas, telas de tapicería y tejidos de trama muy abierta de esos que por nada se deshilan. El caso es que la costura ha cambiado para mi, pero ahora me apetece seguir aprendiendo y probar a quitar una aguja, la cuchilla...Así que hace unos días cogí una tela que tenía para hacer un pañuelo y me puse a pensar en rematarlo con la remalladora.
Con tres hilos, uno de ellos dorado.
Quitando una de las agujas y con un poco de calma hice un acabado diferente para mi nuevo pañuelo.
Aprovechando que tenía un carrete de hilo dorado, pensé que podía utilizarlo para hacer pruebas. Coloqué dos conos blancos y en medio el pequeño carrete dorado.
Así que puse el carrete en una de las lanzaderas, y en el resto los conos. En la primera, no me convencía. Después la pasé a la segunda, eso ya me gusto más.
La verdad es que la mejor manera de aprender es no tener miedo y con el libro de instrucciones en mano, probar y probar.
Por el momento con esta técnica sólo he hecho este pañuelo. Pero en breve os contaré más por que tengo proyectos de tela ligera, en los que tengo que probar el dobladillo enrollado. A ver si se me da bien.
Ahora a ver si os gusta y que ya lo tengo lo voy a presentar en Rums y de paso me voy a ver toda la creatividad que hay allí cada jueves.
Sólo me queda deciros que yo sigo patroneando y que en breve espero tener listo algo que llevo días cocinando...