Las velas tienen la costumbre de derramar cera por los bordes, y suele caer donde menos interesa. Si le pones un platito, el limite esta en el borde del platito. De esta forma, la capacidad de acumular cera, y que no caiga a la superficie exterior, disminuye en gran medida.
Al ser algo no premeditado, es decir, según se le ocurrió empezó a hacerlo; echamos mano de lo que teníamos cerca. La elección ha sido estupenda. Cuerda de esparto, cianocrilato en bote de brochita y un poco de imaginación.
Primero hay que hacer alguna prueba, e ir definiendo el resultado final.
Como pasar la cuerda en la primera vuelta, si dejar o no un trozo colgando.... Es un poco lioso al principio, pero necesario para que luego el trabajo salga bien. Estamos pegando con cianocrilato, por lo tanto hay pocas posibilidades de deshacer un fallo.
El momento de la verdad. Pegamento, presión y empezamos.
Se va pegando la cuerda al cristal, poco a poco. Al tener el ciancrilato con brocha, es mas fácil administrar el pegamento en el sitio adecuado.
Después del pegamento, un poco de presión. Con cuidado, porque queremos pegar la cuerda al tarro, no a los dedos.
Cuando ya tenemos una vuelta anterior, el pegamento se reparte entre el cristal y la cuerda en la vuelta anterior, así pegamos en dos superficies distintas y mejoramos su sujeción.
Vuelta a vuelta, intentando acomodar la cuerda a los relieves de la rosca, y que no se note demasiado. Siempre se acabara notando algo, pero es mejor pensar un poco como disimularlo.
Y seguimos subiendo, poco a poco, sin prisas y dejando hacer su trabajo al pegamento.
Ya casi esta. En este punto hay que ver si se pone una ultima vuelta, o se deja el cristal visto en el borde.
En nuestro caso tapamos hasta el borde, por lo que hay que asegurarse que la cuerda quede bien adherida al cristal. Es una zona muy delicada, y fácil de rozar, con lo que la posibilidad de despegarse es alta.
Momento de decidir como se hace el acabado del encordado....
En primer lugar se hacen unas pruebas para intuir el resultado final. Hay que asegurarse de que el elegido quede bien, en conjunto.
En este punto también es importante una buena adherencia.
Una primera vista del conjunto. Ahora tenemos que trabajar la cuerda, para darle un poco mas de rigidez y cohesión, y algo de color rustico.
La rigidez se la damos con cola blanca. Además de el pegamento que une la cuerda al cristal, con la cola unimos la cuerda con si misma.
Y el aspecto rustico se lo acentuamos con betún de judea, mezclado con disolvente, para rebajar el color.
Al dar el betún de judea disuelto, podemos ir controlando el color, sin pasarnos. Normalmente el betún de judea se suele retirar, después de darlo "tal cual", con un trapo empapado en disolvente. Pero en las hendiduras quedara siempre el color original, que no siempre sera el que nos interesa. Como en este caso.
Y aquí tenemos el resultado, ya en su ambiente natural. La ventaja de usar un tarro mas ancho que la vela, es que recogerá la cera que rebose del cirio, sin manchar ni pegarse a todo lo que tenga alrededor.
Este tipo de trabajos, como ha sido en nuestro caso, son rápidos de hacer, pero sobre todo, son de las ocurrencias que se pueden realizar, según te lo estas imaginando, porque la lista de materiales es corta, y además los tenemos en casa casi seguro.
Espero que os haya gustado, y que le pueda servir a alguien como inspiración de algún proyecto.
Hasta otra.
P.D.
Materiales: -Tarro de cristal.
-Cuerda de esparto.
-Cianocrilato con brocha.
-Cola blanca o de carpintero o vinilica.
-Betun de judea.
-Brocha para la cola y el betun.
-Cirio o vela.
Tiempo de realizacion: Una tarde tonta sin nada mas que hacer.