Mi vainica se llama Elena

No recuerdo quién me llevó hasta aquel grupo de Facebook. Si pudiera recordar, no sabe lo agradecida que le estoy. En Artesanas del bolillo convivimos en igual tono principiantes, maestros y proveedores de materiales. Enseñamos nuestros mundillos, opinamos de los trabajos de los demás, resolvemos los problemas que nuestra pasión nos quiera presentar, quedamos en los encuentros y adquirimos materiales. Un día, como una pregunta más, Ana Isabel Madrigal, maestra de bolillos, comentó que si alguien sabía hacer Vainicas...

El resultado fue la creación de un nuevo grupo de Facebook llamado Caprichos de Vainicas, capitaneado por Elena, o, lo que es lo mismo, Caprichos de Bolillos. Actualmente, este grupo se compone de más de 4.600 miembros.
Caprichos de Bolillos se presenta como un blog en el que se pueden admirar y adquirir labores de bolillos con un alto grado de perfección. Ligas para novias, cojines de alianza, pañuelos de comunión y una extensa variedad de tocados para celebraciones son algunos de los testigos de la destreza y el tiempo que Elena administra en su taller. En las fotografías que expone se puede comprobar la capacidad que ostenta, ya que no le frena la dificultad del patrón, llegando a realizar motivos tan complicados como las hojas de guipur en una reproducción milimétrica.
Su dominio en este arte se puede comprobar también en su canal de Youtube, del mismo nombre, corroborada por sus más de 10.600 suscriptores, y superando los dos millones de reproducciones de sus 274 videos.


Esta ilusión por hacer vainicas era una idea que yo cavilaba hace tiempo, y mi primera reacción fue que me convertiría en la espectadora del grupo, debido a que ocupaba mi tiempo en otros proyectos. Pero tras el segundo video, la bondad de la voz de Elena consiguió convencerme para participar y hacer los ejercicios, con una satisfacción tal que sólo el resto de alumnos con los que comparto curso pueden comprender.

Conforme avanzan los videos va aumentando la dificultad del ejercicio, sin que con ello disminuya la ansiedad por la siguiente vainica. Con ellas, cada alumno está elaborando su muestrario en distintos colores, y a cual más espectacular y con mayor gusto, dignos de formar parte del album de recuerdos que nuestra maestra está recopilando con una lógica satisfacción. Algunas de las fotos de los alumnos, como en singular y espontáneo concurso, podrían ser las portadas de conocidas revistas de la materia. Los más cuidadosos acompañan su vainica de adornos florales o de complementos de costura, comenzando conversaciones sobre los mismos, como fue el caso de un juego de dedal, guardajugas, tijeras y punzones, que para nadie pasó desapercibido. Algo similar ocurrió con diferentes tijeras.
La búsqueda de descatalogadas revistas de vainicas o el abecedario para bordar nuestro nombre ocuparon bastante nuestro tiempo en común. Muy comentados fueron los bordados de siluetas de tijeras, y muchas compañeras están haciendo este curso gracias a que Sonia Plaza les proporcionó los materiales.

Es inevitable que tengamos numerosas historias, ya que se trata de un considerable número de alumnos, entre los que se encuentran algunos artesanos y maestros del encaje de bolillos, como Ana Isabel Madrigal o Francisco Cordero Carrión.



Detalle del muestrario de vainicas dirigido por Elena.

Elena, con su interminable paciencia, responde a cada pregunta, a cada comentario, bien en el grupo, por mail o WhatsApp, llegando a colapsar su tiempo. Es cuando descubrimos con deleite que es persona, que se debe a su familia, a sus dos pequeñas alumnas, lógicas beneficiarias de la habilidad de su Madre. Como consecuencia de este colapso, surge un sentimiento de compañerismo en el que las dudas más básicas o ya comentadas empezaron a ser respondidas por las que ya habían superado ese problema, con el alivio y aceptación por parte de nuestra profesora. Lo cierto es que muchas de las cuestiones son comunes y es más práctico el comentarlas en abierto al resto del grupo.

Y todo gracias a ella, a Elena, para quien cada vainica tiene un nombre basado en su forma de ejecutar, o en el dibujo que resulta, o en como su Madre la nombraba. Para mí, mi Vainica se llama Elena, haga la vainica que haga. Porque mientras la bordo, estoy oyendo esa voz tan dulce, tan paciente, que repite incansable las directrices a seguir, con entrega, con disposición, con autoridad de maestra a sus alumnos. Y la escucho con admiración, con la atención del que quiere aprender, guardando cada palabra en la memoria con recelo. Tenemos mucho en común y, sin embargo, una opuesta disciplina: mi dedal de plata es mi bandera... ¡y ella no usa dedal! Hasta ese imperdonable detalle pierde interés cuando se habla de ella, de "la más caprichosa".



Muestrario de vainicas sin terminar del curso que imparte Elena on-line.

En cada nueva vainica, Elena añade detalles de su arte heredado, sin esperar nada a cambio. Pero no va a ser así. Su legión de bordadores no saben ya cómo darle las gracias. Y yo, que soy una de ellos, no me conformo con una palabra. Así que, aquí tienes mi forma de agradecerte lo que me estás haciendo disfrutar con los hilos en el taller, en éste al que llamo mi Taller de Hilos.

GRACIAS, ELENA.



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