Es difícil ponerse hoy aquí a escribir sobre manualidades, planes o recetas, porque hay días en que lo de siempre parece una frivolidad. Hay días, y cada vez parece que son más, donde se te encoje el corazón. Las noticias de este fin de semana son demoledoras, como también las son muchos otros días, es demoledor ver cómo niños mueren intentando llegar a Europa, es demoledor ver que un marido decide matar a su mujer, es demoledor que unos padres asesinen sin piedad a su hija... Estos días de malas noticias, una se queda pegada al televisor, a los periódicos, a twitter, intentando ya no entender, pero al menos digerir lo incomprensible.
He leído artículos, opiniones de expertos y de no expertos y he visto programas que me han puesto los pelos de punta (Salvados de ayer fue también demoledor). No soy especialmente blanda, he estado en campos de refugiados como el que mostraba ayer Jordi Évole, he escuchado también historias terribles, sé que la mayor parte del mundo no se parece nada a lo que aquí estamos acostumbrados.
Sin embargo siempre es duro saber que alguien te odia, a ti, a mí, a mis hijas, a cualquiera, sin ni siquiera conocernos, y te odia tanto que está dispuesto a sacrificar su vida por matarte. Es simplemente demoledor.