El otro día rescaté una canción para regalársela a un amigo por su cumple y después de ésa, me atrapó la segunda, la tercera y el disco entero.
Increíble la capacidad que tiene la música (me suele ocurrir mucho con los olores y es que lo de mi olfato es para escribir otra entrada... ;) de transportarnos a otro lugar, otra década, otra compañía, otra fiesta...
La de veces que hemos cantado esta canción a gritos dentro del coche, después de una noche muy larga cuando todavía nos parecía demasiado pronto para volver casa...
Ay...juventud, divino tesoro!
Os dejo con ella, con Javier Álvarez y con aquellas maravillosas madrugadas.... ;)
Uno, dos, tres, cuatro. Javier Álvarez