A los 13 años, mi hija Ayla por fin se ha aficionado a leer.
Y hace tiempo me pidió una funda de libro, pero yo no hice caso por si era una moda y luego me la veía por ahí tirada.
Un buen día para Navidad me dijo que quería una, me la enseñó y ví lo fácil que era, pues nada, manos a la obra.
Dos rectángulos con guata gordita y un boton mono.
Le encantó, y a sus amigas del insti mucho más, así que yo muy contenta.