Nuestro trabajo era conseguir este brillo a partir de materiales de descarte.
Casi 200 botellas de plástico han sido necesarias para hacer esta pieza. Realmente no es una falda cerrada, es una especie de delantal que se cruza por la parte trasera.
Originalmente, las bases de las garrafas y botellas iban a ser unidas unas con otras, haciendo una especie de campana. Pero nuestros prototipos no eran prácticos, y dar la forma se convirtió en una pesadilla. Necesitábamos un molde o una estructura.
Mi madre ha cosido muchos trajes de valenciana, ella comprendió que nuestros prototipos estaban siendo un problema, y me hizo cambiar de opinión. Hicimos algunas pruebas sobre faldas de tul, y la verdad es que no estaba nada mal. Aunque le faltaba cuerpo. Su consejo fue que utilizásemos gasilla, eso iba en contra de mis premisas, se trataba de un material que debíamos comprar, no era reciclado. Entonces ella me explicó que para hacer el molde, o para realizar una estructura, tendríamos que utilizar algún tipo de “armazón”. Ella insistió con la tela, y dio esta explicación sobre cuál es el uso de este material en Alta Costura y en los trajes de los sastres hechos a medida.
“La gasilla es una tela de lana muy ligera y algo rígida, con este material se hacen los modelos y se hacen las pruebas sobre las clientas. De ese modo los patrones originales son ajustados y rectificados en función de este prototipo de gasilla. Se consiguen los patrones definitivos en papel que servirán para cortar la tela definitiva. Y el material de la muestra o gasilla se descarta, y ya no se utiliza.”
Me había convencido, en lugar de hacer una estructura o un molde, utilizaríamos la gasilla, que habitualmente es un material de descarte en el mundo de la costura, y pasaría a ser parte esencial del traje.
Se realizaron dos faldas. Una interior a la que le pusimos dos aros para dar forma redonda, y otra exterior, sobre la que irían pegadas las bases de garrafas y botellas con una pistola de silicona.
Cuando planteamos la falda, hicimos cálculos del material necesario, pero nos equivocamos. Casi terminando de poner las “flores”, nos dimos cuenta que nos faltaban 18 bases de garrafas. Esto fue un problema. La solución no era comprar, había que “consumir”, de ese modo, tuvimos un parón de unas semanas antes de poder acabar la falda.
El resultado de nuestra falda dista mucho de las preciosas faldas de espolin o seda, se trata de un proyecto experimental que no es comparable a estos tejidos nobles y artesanales. El objetivo no era hacer una prenda preciosa, sino una falda creativa con material reciclado, uniendo las habilidades y las pasiones de una madre y su hija
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Fuente: este post proviene de Reciclado Creativo por Rosa Montesa, donde puedes consultar el contenido original.
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