· El ataque; en vista de que no se consigue retener a la persona amada, el afectado puede utilizar toda una serie de ataques verbales que incluyen el chantaje emocional para hacer saber al otro lo que está perdiendo. Estos ataques pueden ir desde ?no encontrarás a nadie como yo?, hasta ?ya te darás cuenta de lo que has perdido?. Psicológicamente, esto es una manera de expresar el vacío emocional que se está sintiendo.
· Del amor al odio; una vez la ruptura está patente, la persona verbaliza que ya no quiere saber nada del otro y que le da igual lo que haga pero al mismo tiempo busca información suya a través de amigos o conocidos o está pendiente de que la persona haya recapacitado y tenga deseos de volver. Suele ser común los sentimientos de rabia y frustración. Algunas veces no se comunica a familiares y amigos con la esperanza de que las cosas puedan arreglarse, pasando por una fase de aislamiento social.
· Inestabilidad emocional; aquí se entra en un periodo de inestabilidad emocional que cursa con sentimientos de culpa, de tristeza, angustia y desesperanza. Por una parte, la persona reflexiona en los puntos en los que se ha equivocado de la relación, sintiendo ansiedad e impotencia. Por otra se hace presente la tristeza, mientras vienen todos los recuerdos. Aquí la pérdida se hace consciente y se siente soledad, vacío y desesperanza.
· Adaptación; la persona se siente extraña pero empieza a adaptarse a la nueva situación. Poco a poco va sintiendo menos preocupación e ideación sobre el otro y se es capaz de centrarse en uno mismo y empezar a hacer cosas distintas, con el objetivo de empezar una nueva etapa.
· Indiferencia; ha llegado el momento en que el foco de atención (el ex) ha dejado de existir para los pensamientos obsesivos del abandonado. Ya no se piensa en la ex pareja con tristeza y rabia y se da la indiferencia como punto de partida hacia la total recuperación.
Tal y como he citado anteriormente, estas etapas pueden solaparse y vivirse de manera más o menos intensa, según la situación y la persona. Lo que sí es cierto es que, como seres humanos, necesitamos un proceso de adaptación a los cambios. Una ruptura amorosa no solo es una ruptura con alguien, también supone una ruptura social, un cambio de hábitos, incluso a veces, un cambio de escenario. Se rompe con muchas cosas al mismo tiempo y esto debe adquirir un nuevo espacio mental y emocional. Espacio que debe respetarse, aunque uno quiera correr más que el tiempo y a la velocidad de la luz.