Y así ha quedado cuando terminé.Todo empezó con esta puerta de un armario que me encontré. Con ella y unas piezas que me sobraron de un adorno de pared que me ha dado mucho de sí, ya que también las usé para unos apliques de baño.
Total que recogiendo la terraza apareció la bolsa donde el año pasado guardé los restos de las flores que sobraron, tuve que salvarlas del "furor ordenador" de mi hija Andrea, aunque como está acostumbrada a los tesoros inútiles que guardo lo lleva con bastante dignidad.
Con los trocitos y jugando pude armar una pieza completa.
Lo pegué y rellené los huecos con masilla de madera.
También rellené el hueco del espejo donde estaba el tirador de la puerta y lijé la madera.
Lo pinté, aquí la primera mano, que repetí otra vez más lijando entre capa y capa de pintura.
Cuando todo estaba pintado de blanco lo dí cera de patinar y Andrea volvió a creer en su madre.
¡¡¡¡ ALELUYA!!!!!