Tengo fama en casa de no ver el vaso medio lleno, yo lo veo rebosando, qué le vamos a hacer....
En todas las situaciones busco el lado positivo, bueno la verdad es que ni le busco, es que siempre lo hay.
Como ya sabéis ha estado mi padre en el hospital tres semanas. La última, apareció por la habitación la coordinadora de la Asociación del cáncer para ofrecerle a mi padre participar en una sesión de manualidades. El torció un poco el gesto, y se me ocurrió proponer que quizá le gustara más dar a él la clase.
Dicho y hecho.
El lleva años haciendo cinturones con las chapas de los refrescos, y como le encanta regalarlos, ya tenía material en la habitación para ajustarlos a la medida de cada médica, enfermera, auxiliar...
Se pasó la mañana preparando su clase y después disfrutó de lo lindo impartiéndola.
Con que poquito podemos ser felices.
Bueno y deciros que ya está en casa y le estoy convenciendo para que vaya una vez al mes como voluntario porque él tiene mucho que aportar.
Tengo mucha suerte de tener unos padres tan fuertes y valientes. Os quiero mucho.
La entrada de hoy, Mateo, va por ti.
Y sigo coso que te coso...