¿Os habéis dado cuenta de lo que les gusta a los críos pequeños dar vueltas y vueltas y vueltas?
Yo cada vez que les veo ponerse a girar como peonzas me descubro pensando: ¿qué placer encuentra en dar vueltas y vueltas?, ¿acaso no se marea?, ¿o es que le gusta marearse?,?
Y cuando digo girar, digo también rodar, que aunque hoy en día eso de encontrar un prado en pendiente está un pelín difícil? en cuanto descubren uno? halaaaaaaaaaa a bajar rodando.
Pues bien, de eso se trata el paso de hoy, de hacer de peonza como los niños o, hablando ya más seriamente, de convertirnos en ejes sagrados como hacen los derviches.
Y es que las vuelvas y vueltas que dan los derviches(pertenecientes a una secta sufí) forman parte de una ceremonia giratoria a modo de meditación en movimiento. Girando y girando pretenden convertirse en un eje sagrado que integre todos los campos de la existencia: físicos, emocionales, mentales y espirituales.
No, si va a ser que los críos pequeños son todos unos místicos, ja, ja, ja.
El caso es que parece ser que aunque no seamos derviches, ni realicemos ritual religioso alguno, dando vueltas y vueltas podemos conseguir resultados parecidos, es decir, fusionar cuerpo y mente para conectarnos con el Momento Presente.
Y para ello el ejercicio propuesto consiste en dejar un pie inmóvil e impulsarnos con el otro para girar sobre nosotros mismos, poco a poco según vayamos cogiendo velocidad extenderemos los brazos hasta ponerlos en cruz para ayudarnos a impulsarnos todavía más, todo ello mientras mantenemos la cabeza erguida y la mirada fija. Durante unos minutos giraremos y giraremos aumentando el ritmo de nuestros giros y cambiando ocasionalmente de dirección. Eso sí, rizando el rizo y nunca mejor dicho, mientras giramos hemos de intentar apropiarnos del movimiento permaneciendo tan presentes como podamos con respecto al fluir de cada giro y a la sensación que éste nos provoque. La velocidad (como el tamaño, je, je, je) no importa; ya que cuanto más conectados con presenteestemos, menos nos marearemos.
Claro que? esta es la teoría del ejercicio, porque cuando la servidora que aquí os habla, que con solo darse media vuelta cuando la llaman ya se tiene que agarrar a lo que sea porque con ese simple giro ya se marea, intentó llevar el ejercicio a la práctica?
?ja, ja, ja? la HOST?TIA que casi me pego fue monumental.
Y es que allí giraba todo: mi cabeza, mi cuerpo, el suelo, la habitación, el planeta, el Universo,? y cada uno en un sentido y a una velocidad diferentes? ¡¡¡Menudo mareo me pillé!!!
Os aseguro que: 1) conecté con el Presente?. con UN Presente muuuuy MAREADO!!; y 2) fusioné cuerpo y mente ? cuerpo y mente REVUELTOS por el mareo!! Je, je, je.
Vamos que fue con uno de esos Momentos Presentes NO Disfrutados. Y es que lo de girar no es lo mío. Y que conste que me sé eso de que cuando se gira hay que mantener la vista fija en un punto mientras gira el cuerpo y luego girar más rápido la cabeza para volver a fijar la vista en ese punto mientras acaba de girar el cuerpo, peeeeero? no sé si porque el giro de cabeza lo hago demasiado bruscamente para evitar el mareo o porque ya una está de las cervicales un pelín tocada o? el caso es que o me hago daño en el cuello o me mareo todavía más.
No, está visto que lo de girar no es lo mío. Y que este paso aunque no me ha hecho Disfrutar del Momento Presente me ha servido para admirar no sólo a los niños-peonza J, también a los patinadores de patinaje artístico, a los bailarines de ballet, a los de break-dance, ? y a todos aquellos que giran y giran y al parar son capaces de quedarse quietos y no caerse redondos o ir dando tumbos como patos mareados como me pasa a mí, ja, ja, ja.
Y vosotras, ¿sois capaces de girar como peonzas sin marearos?, ¿qué sensación os produce?
Besazos!!
¿Quieres recordar el paso anterior? Ve al paso 49: Observael cielo nocturno
?