Fue un momento que disfrutamos mucho los dos: madre e hijo. Yo por poder escuchar todo lo que tenía que contarme sin interrupciones y sin decirle, espera que tu hermana necesita que le cambie el pañal, espera que acabe de dar de merendar a tu hermana... No sólo disfrutamos el día de la cena , esa semana disfrutabamos cada día recordándonos que nos ibamos a ir a cenar los dos solitos.
Fue una cena romántica en toda regla. ¡Y con un chico guapísimo! Conversación no nos faltó, lo mejor es que pude escuchar, sin estresarme porque estoy escuchando mientras hago otra cosa. Sólo tenía que escucharle a él. Día a día estoy con mis dos hijos, así que mi atención se comparte entre ellos dos. Y no digo que ello sea malo, les ayuda a comprender desde pequeños que no son el centro de universo. Aunque si lo pienso, ellos son el centro de mi universo : )
Los recojo de la guarde y del colegio, y pasamos las tardes los 3, unos días en el parque, otras en casa, otras tenemos futbol... pero a todos los sitios voy yo con el pack de dos. Así podréis entender mejor porque esa tontería de ir a cenar los dos, mi hijo mayor y yo, nos supo tan deliciosamente bien a los dos. Cuando la peque crezca tendré que hacerlo con cada uno.
Comimos sin prisas el happy meal (a no, que era diver king.)
Tenemos que hacerlo más a menudo, los dos lo necesitamos. Siempre serás mi príncipe.