El mes pasado, el de Junio, tuve una boda. Mi primi favorita del mundo mundial se casaba y yo no podía faltar al evento, ya que sin mi no podría haber boda. No, no es una forma de hablar, yo oficiaba la ceremonia.
Mis primos, en su inmensa sabiduría, decidieron que yo debía oficiar su boda paripé, y para una boda de estas características solo necesitaban a una persona a la que no le costara nada hablar. Y quien me conoce sabe que aprendí idiomas con el único propósito de hablar con mucha gente. Así que acepté, aunque no es que me dieran opción a negarme.
La ceremonia fue preciosa, divertida, sentida y sincera, justo lo que los novios querían, y justo lo que una ceremonia civil en el juzgado de paz o ayuntamiento de turno no ofrecía. Porque parece que si no haces tu "paripé" en una iglesia, te resignas a tener una boda fría y poco agraciada. Y si algo he aprendido con todo esto es que tu boda es tuya, y más allá de los imperativos legales, que se resuelven en una visita de cinco minutos en tu ayuntamiento, te la puedes montar como prefieras.
Tras mucho documentarme, hablar con gente que casaba de forma oficial, y jalarme un par de tilas, decidí que podría con ello. Aunque debo decir que hacía años que no me temblaban tanto las piernas, lo cierto es que disfruté mucho con los preparativos y con la ceremonia en si. Tanto que hasta me he planteado repetir. No tengo fotos mejores, pero si algún día las tengo las pondre aquí como recuerdo :)