Y esta botella de vino tan estilizada no podía terminar en el contenedor verde si, simplemente con un ovillo de cuerda y cola blanca le podía ofrecer una segunda vida y un puesto de honor en la casa.
Falta escoger las flores para rematar el conjunto.
La idea la habréis visto en muchas ocasiones pero la verdad es que, tan sólo cambiando la base e incluyendo algún toque diferenciador, los resultados van a ser muy diferentes.
Coloqué un rectángulo de cartón formando un cilindro y cubriendo el fondo de la botella para comenzar el adorno de cuerda a 2,5 cm, después fui imprimiendo cola sobre el vidrio de forma ascendente, a franjas no muy anchas (era de secado rápido) sobre las que iba pegando la cuerda en espiral, procurando no dejar espacios. De todos modos, como la cuerda era de grosor irregular y con algún nudo, añade imperfecciones pero también aporta un acabado más rústico.
Arriba rematé con una especie de cebolleta.
Al final le di a todo otra mano de cola diluida en agua para asegurar el pegado y a modo de barniz protector.
Otra opción de acabado hubiera sido pintar algún dibujo sobre la cuerda.
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