Pues eso me ha ocurrido estas Navidades. Mucho tiempo para mirar mis cortinas blancas y aburridas. Esas que compras en Ikea (o similares) cuando te mudas de casa y los gastos se han disparado. Esas que dices, "bueno, son 4 duros y las cambio en un par de años". Las mías ya llevan 16 años y como vais a ver, ahora si que durarán otros 16.
Mis cortinas, además de aburridas, tenían un inconveniente enorme para mi: habían encogido y eso me resulta horroroso. Necesito que arrastren algo.
Encontré la inspiración y solución con una tela que heredé de los abuelos de mi marido, un terciopelo azul petróleo precioso. El problema? Era un retal y no llegaba para todas las cortinas. Así que corté el retal en 4 trozos iguales que he centrado en las cortinas, dejando unos centímetros a cada lado sin cubrir por el terciopelo.
Después, he cogido un dobladillo en la parte inferior de la cortina. La parte superior y los laterales los he rematado con una costura en zig-zag. No he querido hacer dobladillos en estos 3 lados para que el terciopelo no abultase tanto al colocarlo sobre la cortina.
Luego las he presentado en la parte inferior de las cortinas y con alfileres las he colocado en su posición final. He pasado un hilván alrededor del terciopelo para que no se mueva al coserlas.
Una vez aseguradas, las he cosido a mano con un pespunte largo con con doble hilo grueso blanco. Me gustó la idea de que se viera claramente el pespunte, por lo que es simplemente decorativo. Para que el tercipelo quede más seguro es mejor si antes le pasas un pespunte oculto con la máquina de coser.
Y ya está. Este es el resultado. Ahora, las cortinas cuelgan con más elegancia gracias a que el terciopelo pesa y hace que estas caigan mejor. Y ¡además arrastran ligeramente!!! . El toque azul, añade también un punto de interés al espacio que antes se veía mucho más invisible, anodino.
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