La historia de las máquinas de coser comienza a finales del siglo XVIII, aunque será a partir de 1850 cuando el señor Singer se ponga a pefeccionar los artilugios hasta entonces existentes. Además de introducir mejoras técnicas, Singer ideó un sistema de pago a plazos que permitía que muchos hogares adquiriesen un producto que con anterioridad sólo era asequible para la industria.
Si queréis saber el modelo, la antigüedad y el mantenimiento necesario para vuestra máquina, el primer paso es averiguar su número de serie. Está grabado en una plaquita en la base, a la derecha y delante del cuerpo de la máquina. Con ese código y entrando en esta web, podéis saber la fecha en que se fabricó, y en algunos casos el modelo y dónde se hizo. También podéis buscar en la página oficial de Singer. Si no leéis bien el número por la mugre que lo tapa, nunca uséis detergente para limpiar una máquina antigua. Hay que frotar suavemente con un pañito mojado en queroseno o aceite de máquina de coser. La decoración de estas máquinas es muy delicada: son calcomanías doradas fijadas con goma laca, no hay barniz protector.
Si aún así no conseguís identificar el número, el plan B es seguir el interrogatorio en inglés de este blog. Son preguntas del tipo: ¿Tiene motor? ¿Va con pedal? ¿Tiene el ajuste de la tensión abajo, delante, detrás? ¿La placa de la aguja es redonda, rectangular?. Existe un plan C, si os da pereza u os liáis con el inglés: rezar para que el modelo coincida con uno de los más frecuentes, que son los que encabezan este blog. Si todos estos planes han fracasado, queda el plan D: comparar vuestra máquina con las fotos de todos los modelos que aparecen aquí.