Lo necesitaba con patas, así que aproveché las de una silla vieja que andaba por casa hace tiempo.
Empecé forrando la caja por dentro.
Y por fuera, usando un trozo de la misma tela para agarrar la tapadera y que sirviera de bisagra.
Le añadí un alfiletero, unas cintas laterales para que la tapa se mantenga abierta y una base superior con huecos de diferentes tamaños.
Para las patas usé un cartón de 5 cm. de grosor, al que le hice unos boquetes donde encajarlas, y luego las pegué. Como la caja es de corcho no pesa casi nada.
Por último le puse un filo, también de cartón forrado, para que parezca una maletita. Sólo me falta pegarle unos cierres metálicos y un asa de maleta antigua para terminarlo y darle el punto que le falta.
Colocada en su sitio, donde no alcance el perro ni se tumben los gatos encima....
Los huecos han venido genial para tenerlo todo bien organizado.
Y para remate se me ocurrió hacer unas bases también con corcho y unas pajitas para tener ordenados todos los ovillos y las canillas.