Hacía mucho tiempo que tenía ganas de tener unos moldes de silicona individuales con formas de flores porque quedan (presuntamente) unos jabones preciosos. Así que decidí estrenarlos con una receta bien simple que ya había hecho otra vez y que además me encantó porque quedó un jabón muy cremoso, suave y con una buena dureza.
Aceite de oliva 530gr
Aceite de coco 236gr
Aceite de girasol 176gr
Cera de abeja 58gr
Sosa 132gr Agua 336gr
Pero ayyy misterios de la vida en el momento de añadir la fragancia, que ya he utilizado otras veces y siempre sin problema la traza espesó muchísimo, tanto que no podía caer por si sola en los moldes que tantas ganas tenía de estrenar. Tuve que ir rellenando molde a molde con una cuchara y apretando la masa para que fuera cogiendo la forma dentro del molde y no quedaran huecos sin llenar.
Pero fué bastante dificil la verdad porque no os podéis imaginar lo duro que estaba aquello.
Cuando los desmoldé ya vi lo mal que habían quedado estéticamente y pensé: vaya mierda de jabón ha quedado, pero hoy he usado uno y ha quedado genial!! tan cremoso y suave como la otra vez que utilicé la misma fórmula.
Que ha podido fallar? Pues no lo se, la verdad. mismas cantidades, mismas condiciones climatológicas, mismo todo. Y aunque el resultado final ha sido bueno, el estético ha quedado de penita. Yo creo que quizás se me fué la mano con la fragancia, añadí un poquito de más porque tiene un olor que me encanta y eso fué lo que aceleró la traza de mala manera, o eso o que hacer jabón es MAGICO. Y casi prefiero quedarme con lo segundo.
Porque si piensas que hacer jabón es simplemente una fórmula química y no ves en ello la magia del proceso, te recomiendo que no hagas jabón.