Todo lo relacionado con la papelería me atrae, sobretodo si tiene ese toque diferente. Te voy a contar una pequeña anécdota de mi infancia que recuerdo perfectamente. Y es que las cosas más simples nos pueden hacer muy felices.
"Para el día de Reyes, lo típico, nos preguntan qué es lo que queremos. Ese año pedía un estuche, pero uno que fuera muy grande con muchas cosas.
Cuando llega ese momento de irnos a dormir temprano, lo más natural de todos los niños, ¡no tenía sueño!.
Le decía a mi madre que si podía ir al cuarto de baño, a beber agua y todas esas excusas que ponemos sólo para ver si los Reyes Magos ya habían puesto nuestros regalos en el sofá. ¡Qué inocentes somos! y es lo que más me fascina de los niños, su inocencia.
Mi madre para tranquilizarme me dijo: -Vete a la otra habitación y sin encender la luz, busca una bolsa que hay debajo de la cama.
No me lo pensé dos veces y salí corriendo. Tenía en mis manos justo lo que había pedido ¡un estuche grande y azul, mi color favorito!"
Estoy seguro que aún recuerdo ese momento porque me sentía tan pero tan feliz. Son tonterías pero que a mí me ha dejado un grato recuerdo de mi infancia.
Lo mismo puede pasar al regalarle a un niño algo muy simple y que le brillen los ojos. Lo he vivido con el Club Deportivo Más Vale Prevenir. La primera vez hice un taller donde ellos mismos hicieron un marcapáginas y la segunda, les hice con goma eva unos soles, mariposas y flores para decorar los lápices. Creo que yo era más feliz que ellos con sólo ver sus caritas sonrientes.
Para variar en las formas, quise hacer búhos y que decoraba de forma diferente los lápices. Los tengo reservados para los próximos talleres.
Es muy sencillo de hacer y que no sólo lo pueden usar los más pequeños sino también los no tan bajitos. ;) Quedan chulísimos y seguro que marcarás la diferencia en la oficina, en el instituto o en tu propio escritorio.