Hace días que os debo la entrada de la fiesta de científicos que les hicimos a los pompones peques por su cumple. Pero es que hay tantas fotos, tantos experimentos y tanta cosa, que si hiciera solo un post tardaría tres años y además no habría quién se lo leyera porque sería larguísimo y cansino.
Así que voy a dividir la fiesta en varios posts para que sea más digerible. Y he decidido empezar por lo que os llamó más la atención y lo que más me habéis preguntado por todas partes: el blandiblub casero y fluorescente.
Yo lo llamo "blandiblub" porque así lo llamábamos cuando yo era pequeña, cuando apareció por primera vez esta masa viscosa y un poco asquerosa, que en ese momento era verde moco. Mis hijos lo llaman "pedorretas" porque ahora vienen en envases pequeños, similares a botes de basura, donde si metes los dedos se oye un sonido vibrante y poderoso.
¿Para qué sirve el blandiblub? Pues para nada. Para tocarlo y flipar con la consistencia, meterlo en un cuenco y flipar con la consistencia y lanzarlo al aire y flipar con la consistencia. No tiene muchos usos, pero es genial para jugar. Y no solo para niños; desde que lo conseguí por primera vez estuve días mirándolo, tocándolo y agitando el bote de cristal donde lo había metido, completamente extasiada.
Hacía meses que andaba tras la receta perfecta. Meses no, años. De hecho era una de las manualidades que quería para la fiesta de zombis del año pasado y no hubo manera de conseguir que funcionara, aunque gasté cantidades ingentes de cola y de bórax.
Este año, la casualidad quiso que diera con una página en about donde estaba todo perfectísimamente explicado. Y esta vez lo probé y funcionó. No os imagináis la alegría y el subidón que me dio.
Si habéis investigado, habréis visto por ahí muchas recetas que dicen que solo hay que mezclar cola y una disolución de bórax. Y si lo habéis intentado, os habrá salido un bulto plasticoso que no se parece en nada al blandiblub, porque se endurece enseguida y luego no se puede hacer nada con él (aunque creo que debe de ser la base para hacer pelotas de goma, prometo probar y explicároslo todo).
¿Por qué? Pues porque la cola que hay que usar es cola polivinílica, que yo, por lo menos, no he encontrado en mis papelerías de cabecera.
Sin embargo, podemos saltarnos tranquilamente la cola, si conseguimos alcohol polivinílico, que yo encontré en DroQuinSa, una droguería industrial que adoro con toda mi alma, porque está a 10 minutos andando de mi casa y porque tiene de todo. Y me encanta cuando encuentro algo tan especializado en Sabadell y no tengo que desplazarme hasta Barcelona.
El otro producto químico que necesitáis es bórax. El bórax es más fácil de conseguir, aunque yo también lo compré en DroQuinSa.
Y también necesitaréis pintura fosforescente (luminiscente), del color que queráis. La mía es de la marca Creall, azul y rosa. La compré en Abacus.
Primero hay que hacer una disolución de alcohol polivinílico al 4%. Yo, por ejemplo, disolví 40 gramos de alcohol polivinílico en 960 gramos de agua. Ojo, porque cuesta de disolver. El alcohol polivinílico se presenta en polvo y cuando intentamos disolverlo se vuelve un tanto gelatinoso. Lo mejor es calentar un poco la disolución y remover con fuerza con unas varillas. Yo lo preparé el día anterior a la fiesta y lo metí en una botella que cerraba herméticamente y me permitía darle alguna sacudida... quedó perfecto, un poquitín viscoso.
La solución de bórax también es al 4%, 40 gramos de bórax, por 960 de agua. El bórax disuelve mejor, pero precipita, así que al día siguiente tenía la disolución llena de trocitos sólidos de bórax. Funcionó igualmente.
La mezcla es 3 partes de disolución de alcohol polivinílico por una parte de disolución de bórax. No hace falta ser muy exactos, funciona igualmente.
Enseguida veréis que la mezcla se espesa, y hay que trabajarla un poco con las manos (ese es el factor asqueroso que alucina a los pompones) hasta que ya no se pega. Solo os queda añadir un chorro de pintura luminiscente y mezclar bien, y ya lo tenéis!
Es divertido y súper fácil de hacer, y vuestros pompones os mirarán como si no existiera internet y fueseis los padres más inteligentes del planeta. Qué dura va a ser mi vida cuando vean que todo lo aprendo online.
Por cierto, tengo cantidades indecentes tanto de alcohol polivinílico como de bórax. Así que si queréis que os envíe un poquitín, me lo decís.
Hala, a disfrutar de la química. Y por cierto, en un bote hermético (yo compré táperes chiquitines para cada uno de los pompones invitados) aguanta bastante tiempo.