Una de mis partes favoritas de Polar Express (aunque me gusta entera) es el momento en el que los niños vuelven a subir al tren y el revisor les pide el billete y les escribe una palabra (o más de una). Debe de ser deformación profesional, pero para mí las palabras tienen muchísima fuerza, mucho peso, mucha energía, y sirven de brújula o de timón, guiándonos, empujándonos o arrastrándonos hacia donde ellas quieren.
Por eso el año pasado, además de algún propósito, lo que hice fue buscar una palabra que marcara mi año. No sé si os acordáis, pero durante 2014 la palabra fue SIMPLIFICAR, seguida de muchas palabras afines, como "ordenar" u "organizar".
Si hago balance, creo que la palabra me ha servido de bastante más que los propósitos y ha sido definitivamente un faro, una luz en un año bastante difícil. He organizado mucho y muy bien. Estoy bastante orgullosa de mí misma en ese sentido. Es cierto que no he terminado, pero por lo menos he añadido la palabra a mi vocabulario y he avanzado en esa dirección, en la de una vida más organizada, más ordenada, más simple.
¿Tengo agendas con papelitos de colores marcando todo lo que tengo que hacer? Nein. ¿Tengo menús semanales para todo el año? Ni hablar. ¿Está mi casa como los chorros del oro? No, qué va. Pero todos los días miro las cosas que tengo, las valoro y tiro lo que me sobra. Cada vez me cuesta menos ordenar (debe de ser porque cada vez hay menos cosas) y ahora se me ocurren maneras de reorganizar lo que tenemos para que todo esté en su sitio y bien recogido. Eso no me había pasado nunca y debo confesar que me gusta. Mucho. Aunque mi casa siga siendo una leonera.
Estos días he estado pensando mucho, mucho en la palabra que quería elegir para este año. Le he dado muuuchas vueltas y primero tuve claro que sería una... pero luego me di cuenta de que esa es perfecta para el año que viene y que la de este año tenía que ser más potente y ponerme los puntos sobre las íes, que ya sabéis que yo me voy por las ramas y no me centro.
En fin, que cuando uno organiza, ordena y simplifica, lo que le queda es un lienzo vacío. Quedan espacio, tiempo, ganas y mucha energía, porque todo lo que había por todas partes, todo lo que nos despistaba y nos agobiaba, de repente ya no está y todo es más sencillo. Y cuando todo está así de claro, lo mejor que uno puede hacer es...
Esta es mi palabra del año. ACTUAR. O también "trabajar", "empezar" o "hacer".
Quiero que este año sea activo. Que sea el año de empezar a hacer todo lo que digo que voy a hacer algún día, sean proyectos de Pinterest, salir a solas con cada uno de los pompones o (Dios no lo permita) hacer algo de deporte. Da igual lo que sea, lo importante es lanzarse y empezar. Pensar en prioridades, decidir qué quiero hacer y hacerlo. Sin excusas. Sin dudas. Sin peros. Sin miedos. O con muchos miedos, pero con muchas ganas de superarlos también.
Vamos, que quiero que este año mi vida dé un vuelco y se convierta en el año en el que hice y dejé de esperar el momento perfecto. El año que decidí que el mejor momento para empezar una dieta es ahora mismo y no el lunes o después de Reyes o cuando los pompones vuelvan al cole. El año que decidí que si quiero escribir tres veces a la semana en este blog lo único que tengo que hacer es escribir tres veces a la semana en este blog. El año que pensé que todo era posible y lo hice posible. El año que dejé de poner excusas.
Ya sé que suena tremendo y grandilocuente y enorme, pero ese es mi objetivo. Y como con la palabra "organizar", no espero que de repente sea todo perfecto y mágico y mi casa parezca de revista, sino que espero únicamente centrarme en esa palabra y trabajar para que no haya tanta paja, tanto ruido, tanta queja y tanto "y si", sino más "venga, va, vamos allá".
Ahí está, esa es mi palabra del año. ¿Cuál es la vuestra?