Hace unos días os hablaba en este post de los #pequeñosplaceresdeverano, de aquellas acciones espontáneas que han marcado mi verano y que lo han convertido en uno muy especial. Pequeños rutinas que con un poco de ‘magia’ se han convertido en grandes momentos. Un ejemplo es una merienda que acabó convirtiéndose en un pequeño picnic, acompañado de una tarde de juegos de siempre... y en la mejor de las compañías.
Lo que empezó como una merienda en casa terminó convirtiéndose en un pequeño picnic. Aprovechando el buen tiempo y que recordé que cerca de mi casa había una zona verde con mesitas de madera, decidí meter la merienda de Sofía en un táper, coger un par de pelotas y su sillita de muñecas. Teníamos todo lo necesario para disfrutar de un plan perfecto en un entorno privilegiado que es una suerte tener tan cerca de nuestra casa.
Cuántas veces nos empeñamos en ir a lugares más lejanos en busca de contacto con la naturaleza, de un entorno natural donde pasar una tarde con los niños… y despreciamos o desconocemos, al menos a mí me ocurre, zonas que están mucho más cerca y son una maravilla.
Después de merendar hubo tiempo de recolectar pequeños tesoros en nuestra cesta preferida. Ramas, hojas, palos... se vinieron a casa con nosotros. Por cierto, esta mini cesta que a tantos lugares nos acompaña es la que personalicé con chalkpaint que ya os conté aquí.
Sofía disfrutó muchísimo y estoy segura de que le supo todo mucho más rico que en casa.
El táper y la bolsa son de la tienda Jomamikids de la que ya os hablé por aquí.