Hace algún tiempo una compañera de trabajo me pidió que tratara de salvarle una ilustración de un espejo de bolsillo, que a fuerza de rozarse se estaba deteriorando. Es uno de esos objetos sin valor material al que acabamos adorando porque lleva con nosotros desde niños y nos lo ha regalado alguien muy querido. Había poco que hacer con él más allá de un par de capas de barniz, pero yo, muy cuca, hice una foto de la ilustración y estuve buscando mucho tiempo la imagen en internet, para conseguir tenerla con un color mejor y mayor resolución ... Nunca dí con ella. Finalmente decidí inmortalizarla tal cual estaba en otro objeto que no fuera de uso cotidiano para que la imagen, no dejara de acompañarla en el futuro.
Un poco de pintura de tiza blanca Xylazel, toques dorados con pintura Americana y la imagen transferida con gel de la marca Vallejo.