Aunque os parezca mentira, esta maravilla de baúl lo he rescatado de un trastero, donde lo tenían dedicado a guardar PATATAS! Sí, si, leíste bien, patatas, papas para los insulares y los del otro lado del charco. Un sacrilegio, vamos. Y eso alguien como yo no podía permitirlo.
La restauración no es mi especialidad, pero lo intento, al menos le he devuelto su brillo y dignidad.
Primero lo aspiré bien, lo lavé con un paño húmedo con agua caliente y un pelín de amoníaco. Después de estar seco, lo lijé lo más que pude. Me costó mucho. El baúl se conservaba bastante bien porque en su momento debio ser bien tratado. Fué muy difícil sacarle una grasilla que tenía. Parecía como si hubiera sido encerado.
Luego lo traté con un antipolillas y posteriormente le dí un tapaporos. Nuevamente una lija fina y limpiar el polvillo.
A continuación le limpié los herrajes con un producto que es una maravilla: PierreVerte. Limpia metales, manchas difíciles, bisutería, plata. Yo lo compré en Leroy Merlín y me costó sobre 7 euros hace un año. Imprescindible en una casa.
La madera original era muy clarita y yo pensé en destacar la piel ya que se encontraba en muy buen estado, de modo que le apliqué un barniz con un color que le diera un poco de contraste. Con una sola mano queda un color caramelo que ya me gustaba, pero la piel quedaba muy apagada, de modo que le dí una segunda mano, con lo cual queda un caramelo tostado que hace resaltar el color avellana de la piel.
Para nutrir esta y darle brillo, le apliqué una crema reparadora con color, en general del mismo color de la piel, y en algunas zonas que estaban un poco más clareadas (gracias a Dios las menos), con un tono un poco más fuerte). una vez seca la crema, se le saca brillo con un paño que no deje pelusa.
Y este es el resultado. Espero que a la dueña le guste.