Como creemos que han gustado nuestros anteriores posts de restauraciones, aquí explicaremos la restauración de este maravilloso espejo-cornucopia antiguo que llevamos a cabo en nuestra tienda.
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EMPEZAMOS...
Este es el espejo tal y como nos llegó a la tienda para restaurar:
La suciedad y mugre estaba presente por toda la pieza.
Detalle de los desconchones y pérdida original de la doradura.
Parte superior igualmente dañada y con trozos faltantes.
Lo primero a realizar fue la limpieza del marco (a base de agua con jabón neutro y un trapo fino que no despeluche) para quitar la suciedad acumulada y las partes grasientas:
Haremos hincapié con unos bastoncillos de algodón para los bordes y repujados:
Una vez limpia la pieza, procedemos a restaurar las piezas faltantes así como desconchones y hendiduras.
Para ello recomendamos la pasta de textura fina (sin grano) de la marca Struppi, cubre muy bien en sucesivas capas y se aplica fácilmente, el secado es rápido y permite ser lijado y trabajado cuando seque.
Nos ayudamos de una espátula metálica para llegar bien a los rincones y poder aplicar correctamente la pasta en los huecos y poder imitar las formas originales:
Detalle superior con las hendiduras y las faltas rellenas con la pasta (en blanco):
Con todas las partes rellenadas y restauradas con la pasta y una vez secas, con una lija de acero de grano fino (recomendamos Louis XIII nº000) vamos quitando el excedente de pasta que pueda quedar así como matizando todo aquello que hemos aplicado para darle forma (en bordes sobretodo).
Ahora es momento de ir aplicando la nueva doradura (en nuestro caso, utilizamos pigmento metálico Kokolo al alcohol, mezcla de oro amarillo, rico y líquido para sacar el tono original del marco).
Nótese la diferencia entre lo nuevo aplicado y lo anterior falto de lustre:
La totalidad de la pieza con la nueva doradura:
Ahora, una vez cubierto el marco entero con los pigmentos de oro, procedemos a envejecer la pieza. Con esto conseguimos ese aspecto antiguo y rústico originales y mataremos un poco el exceso de brillo del color metálico. Para ello, daremos una mano contundente con una paletina (pincel plano ancho) de un ungüento a base de: betún de judea, cera de abeja sólida y aguarrás, el cual hemos preparado previamente al baño María para mezclar los componentes:
Una vez aplicada la pátina, deberemos dejar que actúe unos minutos antes de retirar con un trapo limpio el excedente de la misma, de manera que nos quede bien incrustada en los relieves, hendiduras y matices.
Podemos ayudarnos de un pequeño cepillo de cerda blandita para llegar bien a las partes mas repujadas.
Si nos queda demasiado envejecido en alguna parte, daremos un poco de cera virgen en la zona para que absorba la pátina. Así nos queda el marco envejecido:
Para proteger toda nuestra nueva decoración, utilizaremos un barniz de resinas acrílicas en spray, por su fácil aplicación en las zonas de difícil acceso. Usaremos la terminación satinada que nos da un poco de lustre pero sin exagerar, ya que no buscamos un brillo excesivo ni un mate demasiado pobre. 5 manos, dejando secar bien entre cada una de ellas. Protegeremos bien la hoja del espejo con papel (nada como alcohol de 96º y agua con jabón para limpiarlo bien de suciedad, huellas y grasa):
Ya con las manos del barniz en spray aplicadas y bien secas, podemos sacar un poco de lustre adicional con un trapo bien limpio de algodón y sin presionar demasiado, frotamos con cuidado el marco.
Y así nos queda el espejo-cornucopia totalmente terminado y listo para recoger por los clientes:
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