Culoveismo (sust. masc.): dícese del impulso de imitar manualidades graciosas que se ven en la red por impulso del amor a primera vista, la envidia, o el deseo de probar técnicas nuevas. La insatisfacción de ese impulso conduce a un estado de inquietud y desasosiego.
Pues eso. Esta idea no es propia pero en cuanto la vi me decidí a imitarla, porque
a) Yo también tengo por casa esos lamentables dedales comprados en los chinos que luego resultan que te están demasiado grandes y son demasiado blandos para cumplir su función.
b) Es una idea de broche encantador para una costurera. Además permite reciclar pequeños retales, botones sobrantes y restos de hilos de cualquier bobina.
Realmente sólo se necesita un dedal grandecito en buen estado, pistola de silicona y un alfiler o broche. Se rellena el fondo del dedal con silicona caliente (con cuidado, porque el metal en seguida quemará). Se aprovecha para insertar tres rollitos de cartulina con hilos de colores enrollados, imitando bobinas, dos alfileres, dos retalitos enrollados y un botón de cuatro agujeros (quedan mejor que los de dos). Las telas y el botón requerirán un poco de pegamento extra para que aguanten bien en su sitio. Yo pequé el alfiler del broche, asegurado además con hilos, en la trasera de las telas (para que no se desenrolle el retalito di unos pespuntes a las telas).
La trasera del dedal de marras.
El lateral del broche. Yo decidí hacerlo así porque la superficie curva del dedal es difícil para pegar cualquier otra cosa. Se puede adaptar la misma idea para hacer un collarcito, pero pesa demasiado para hacer pendientes.
Y voilà, en 20 minutos tenemos un broche para usar, regalar, o un detallado para decorar nuestro rincón de costura. Lo mismo hago otro y me monto un imán de nevera. Y hemos aprovechado un dedal inservible.
Para decorar cualquier camiseta sosa y simbolizar cuánto nos gusta el costureo.
¿A que dan ganas de imitar uno nada más verlo?