Seguro que alguna vez os habéis tropezado con uno de esos cuadros viejos
infumables, fabricados en serie, con escenas pastoriles como tema principal en
su mayoría (máximo respeto hacia los seguidores de esta corriente pictórica), que
formaban parte de la decoración de la casa de la abuela, la tía o
incluso la vecina y ante el ofrecimiento de incluirlos en el interiorismo de
vuestro piso, habéis huido despavoridos. Yo también, lo confieso.
¿Pero en algún momento os habéis parado a mirar el marco y en las
posibilidades que nos ofrece?
He aquí una muestra.
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Seguro que ahora nos lo pensaremos dos veces antes de rechazarlos.
Bueno, resuelto el tema del marco, tengo que deciros que no se me ocurre
ninguna solución para reciclar el cuadro en sí (ya sabéis, el de los ciervos pastando
alegremente por la campiña).
Y es que creo que hay cosas que es mejor dejarlas correr. ¿Vosotros no?