Volver a trabajar con plastilina siempre es un placer, me remonta a la infancia y desentraña un montón de fantasías. Os lo recomiendo. Además resulta muy relajante y como permite hacer y deshacer cuantas veces quieras pues no hay problema.
Además desde que descubrimos que a las piezas se les podía otorgar un cierto acabado endurecido, que se pueden pintar con acrílicas y barnizar, pues recurrimos a ella con más motivo.
Bueno, a lo que iba, a presentaros al pastorcillo antes de que nos deje para ir con sus compañeros a cumplir misión.
Si os ha llamado la atención la postura encogida es porque está recostado. El encargo era que iba a formar parte de una escena de pastores tumbados, cansados del camino...ya se sabe. Por eso creí imprescindible ponerle un buen bocata de queso y chorizo. Je, je!!
Tanto el pastor como el bastón llevan por dentro un palillo para otorgar mayor resistencia. La cara y manos por ej son de plastilina blanca pintada después de color piel por falta de abastecimiento. Los ojos y boca también están pintados con rotuladores permanentes. Y las partes marrones son de restos de colores varios pegoteados mezclados, que al final, si los amasas bien siempre quedan de un color parduzco. El resto de partes, de colores originales.
El acabado endurecido y con un cierto brillo está realizado con varias capas de látex un poco diluido.
Como veis no le falta detalle, con su bastón, su chaleco y su zurrón.
Porque no iba a ser todo ganchillo...
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Os espero!! ?