Eso me decía mi hijo hace unas semanas: mamá, los mayores tendríais que vivir más como niños. Y así quiero que sea mi verano, olvidarme del reloj, parar el tiempo y vivirlo. Leer un buen libro tumbada en una toalla después de un baño, observar a mis hijos mientras juegan, su forma de comunicarse y entenderse, jugar con ellos, captar sus risas y grabarlas en mi mente, fundirme en un abrazo con mi marido viendo un atardecer, comer un helado y llenarnos la cara de chocolate, hacer la croqueta en la arena de la playa, construir una muralla y ver cómo se la llevan las olas del mar, jugar a las palas, echarme la siesta sobre el césped con cualquiera de mis hijos, disfrutar de una comida en familia, reír, reír mucho...
Pero lo que más deseo por encima de todo, es aprender a sacar "momentos de verano" el resto del año. Poder relajarme una tarde de miércoles en pleno noviembre, leer un libro mientras llueve en la calle, hacer galletas caseras una fría tarde de domingo, pasear un día cualquiera del mes de enero, hacer la croqueta con mis hijos sobre la alfombra de su habitación... y reír, reír mucho.
Porque los momentos malos llegan solos, pero los buenos... los buenos hay que buscarlos ;)
Felicísimo verano!!!