Supongo que a lo largo de la vida tenemos numerosos encuentros con otros seres, pero el poder convocante de la obra sea del material que sea es algo anidado en la primigenia voz interior del hombre, algo que nos permite superar el tiempo y el olvido, una señal de nuestro paso por la Tierra, nuestra huella estelar.
Los antiguos maestros de obra egipcios de la época de los faraones lo tenían bien claro, por eso resguardaban la Piedra de la Luz...
¡¡Gracias por estar a todas esas personas que construyeron ese instante para atesorar!!