Las alergias presentan manifestaciones muy complejas. A menudo las personas afectadas ignoran que son propensas a determinados alergenos, y mucho menos pueden identificar la causa de su irritación. Prescindir de los materiales y compuestos con mayor índice de riesgo será en muchos casos la solución para incesantes molestias cutáneas o respiratorias.
No hay nada tan delicado como la piel de un bebé, por ello evitaremos confeccionar prendas infantiles con poliamidas y otras fibras. Lo más recomendable es el algodón.
En los trabajos de pintura conviene siempre usar pigmentos solubles en agua.
Las plumas de ave son un alergeno para muchas personas, en cuyo caso las descartaremos al confeccionar sombreros y tocados.
También es desaconsejable utilizar las plumas para rellenar cojines y almohadas. Usaremos materiales inertes, como el algodón y las fibras tratadas.
Los productos químicos son otra fuente habitual de irritaciones. Como norma general, evitaremos los aerosoles, los pegamentos de dos componentes y las sustancias de fuerte olor.
Los tejidos ricos en poliéster se cargan de electricidad estática, atrayendo el polvo y convirtiéndose en un refugio para los ácaros. El remedio es emplear telas naturales como el hilo y el algodón.
Algunos metales que se emplean en bisutería son susceptibles de provocar intensas alergias cutáneas. Evitaremos sobre todo el níquel.
Las flores prensadas suponen otro foco de peligro debido a la presencia del polen. Es preferible recurrir a los adornos con flores sintéticas.
Las cremas, cosméticos y jabones pueden causar diversas irritaciones cutáneas. Los especialistas recomiendan emplear jabones neutros y cremas de toda garantía.
Finalmente, os recordamos que el peluche también acumula electricidad estática, por lo cual puede cobijar ácaros. Hay que descartar el peluche al confeccionar muñecos.