Hoy os quiero traer un cuento que me encantaba cuando era niña y que ahora que soy adulta lo sigo recordando con cariño. Tengo que reconocer que cuando lo nombro y no la gente no lo conoce (esto suele pasar bastante a menudo) me da un poco de rabia...
Este cuento me gusta, por que soy una mujer con valor y casi no hay nada en la vida que me pare a la hora de hacer algo, pero en el fondo me gusta que me mimen y protejan como si fuera una princesa de cuento.
Por eso la entrada de hoy se la dedico a todas esas mujeres fuertes y valientes por fuera pero princesas en el fondo....
Eva Bajo ilustraciones
La princesa del guisante
Hans Christian Andersen
Érase una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero que fuese una princesa de verdad. En su busca recorrió todo el mundo, mas siempre había algún pero. Princesas había muchas, mas nunca lograba asegurarse de que lo fueran de veras; cada vez encontraba algo que le parecía sospechoso. Así regresó a su casa muy triste, pues estaba empeñado en encontrar a una princesa auténtica.
Una tarde estalló una terrible tempestad; se sucedían sin interrupción los rayos y los truenos, y llovía a cántaros; era un tiempo espantoso. En éstas llamaron a la puerta de la ciudad, y el anciano Rey acudió a abrir.
Una princesa estaba en la puerta; pero ¡santo Dios, cómo la habían puesto la lluvia y el mal tiempo! El agua le chorreaba por el cabello y los vestidos, se le metía por las cañas de los zapatos y le salía por los tacones; pero ella afirmaba que era una princesa verdadera.
"Pronto lo sabremos", pensó la vieja Reina, y, sin decir palabra, se fue al dormitorio, levantó la cama y puso un guisante sobre la tela metálica; luego amontonó encima veinte colchones, y encima de éstos, otros tantos edredones.
En esta cama debía dormir la princesa.
Por la mañana le preguntaron qué tal había descansado.
-¡Oh, muy mal! -exclamó-. No he pegado un ojo en toda la noche. ¡Sabe Dios lo que habría en la cama! ¡Era algo tan duro, que tengo el cuerpo lleno de cardenales! ¡Horrible!.
Entonces vieron que era una princesa de verdad, puesto que, a pesar de los veinte colchones y los veinte edredones, había sentido el guisante. Nadie, sino una verdadera princesa, podía ser tan sensible.
El príncipe la tomó por esposa, pues se había convencido de que se casaba con una princesa hecha y derecha; y el guisante pasó al museo, donde puede verse todavía, si nadie se lo ha llevado.
FIN
Y sin más desearos un estupendo fin de semana cargado de buena compañía y mejores momentos.... Hoy en compañía de Sergio Contreras y el tema "Princesa de mis sueños" que además de hacernos mover un poco el esqueleto le va mucho a la entrada de hoy....
Jamás bajes la cabeza, tu corona podría caerse...