Lo peor del mentiroso es que para esconder sus mentiras, va diciendo otras mayores, y así sucesivamente. Para ser un buen mentiroso hay que poseer una memoria prodigiosa, porque si no recuerdas las mentiras que ya has dicho, es muy problable que los demás se den cuenta de lo que en realidad eres.
En estudios de univerisades prestigiosas se ha demostrado que los ojos no revelan si una persona está mintiendo.
Tengamos en cuenta así mismo que el encubrimiento de la verdad, la omisión de ciertas cosas, también es mentir.
El distanciamiento entre personas que tienen una relación, se produce a través de las mentiras.
Y lo más importante, decir mentiras daña la salud, sobre todo el estómago y el corazón, y hace que se acentúen la arrugas.
Pintura de Vermeer “La mentira”
Poema “Mentiras” (T. Echeverría)
Y llegó el frío, así de repente,
en forma de pastor meloso, chispeante, libidinoso,
que derramó palabras e imágenes hirvientes.
de besos, de celos, de arpías hirientes.
Eran mentiras rabiosas, feas y ponzoñosas.
Tenían la boca grande de afilados dientes,
rojos, de sangre relucientes y gritaban:
“eres tonta porque me ves y no lo crees.
He estado ante tí todo el rato,
y ni te has percatado”.
El pastor engordó las mentiras,
con leche de medias verdades.
Era seductor nato
y sabía cómo hacer el trato.
Fue tan buena su cosecha, que se hizo destructor,
y perforó sueños, anuló esperanzas y destruyó almas.
Nunca dijo la verdad, negando con cobardía
aquello que había hecho, tocado, babeado y logrado,
disfrazándolo de tintes irisados
que olían a dulce aroma de basura.
Perdió su futuro sin remisión, y lloraba por los rincones
suplicando a los dioses oportunidades que él mató.
Ahí se quedó el pastor ingrato,
viejo, solo, rasgado,
preparando otro montón
de mentiras sin remisión.
Los dioses darán a los hacedores de embustes,
su justo final,
un vacío infinito, sin esperanza ni suerte
que ni la muerte evite,
y contra ellos se vuelva mal.
Los mentirosos llevan doble cara, muestran la que más conviene para engatusar a los demás.
La verdad va desnuda, es incluso hiriente, resplandeciente, quizá demasiado para lo que estamos acostumbrados.
La mentira trata de ahogar la verdad enterrándola entre aguas profundas, pero esta flota, siempre. Además las mentiras tienen las patas cortas, y corre más un cojo que un mentiroso (dichos populares españoles).
Para finalizar os dejo la imagen del gran mentiroso por antonomasia, ese que recordamos cada vez que mentimos y que, sin querer, nos tocamos la nariz: “Pinocchio”