Esa risa floja que les entra al uno con el otro y otro con el uno, que si te empujo y jajaja, que si te empujo yo a ti y jijiji, que si me paso y te caes, que si ahora te caes tú... Meterte en ese enjambre de locura transitoria (lo de transitoria es más un deseo que una realidad) es como querer irte de rebajas el mismo 7 de enero: sabes que no serás la misma cuando vuelvas. Tú les hablas, les dices, levantas un poco el tono... sí, terminas a voz en grito con los ojos en sangre, las venas como raíces de árbol y echando humo por las orejas. Entonces ellos te miran con esa sonrisa que no pueden dejar, y te dicen: anda mami, únete a la diversión.
Llegados a este punto se me ocurren dos cosas: dejarles que se tronchen de la risa hasta que uno de los dos llegue al límite de sus posibilidades, sabiendo que en ese tiempo puedes perder media casa; o sacarlos al jardín gorro y bufanda mediante, a recoger hojas, a ver si con el fresco funden energía y ya de paso me ponen a punto el patio que lo tengo fino después del otoño. Mientras les pongo el abrigo, una nube de esas de pensamiento que aparecen en los cómics, se pone a flotar sobre mi cabeza. Tengo la imagen perfecta de mis hijos felices y tranquilos con las hojas y yo en mi despacho, trabajando, que falta me hace con la que tengo liada. Antes de poder saborear el momento soñado, mis hijos ya están gritándome desde el patio: mamaaaaá!!! Alonso no recoge hojaaaaaas!!!!
Y entre pitos y flautas, aún no sé qué me voy a poner en estos días de cenas y jolgorio, la opción de emergencia (mi vaquero favorito) no me sirve para esta ocasión, mi familia cada año se arregla más! Tampoco he comprado aún ningún regalo y para comprar por internet ya voy tarde. Y de trabajo ni hablamos, solo a mi se me ocurre elegir enero como mes para lanzar un proyecto, como si no hubiera meses en el año. En qué estaría yo pensando cuando lo decidí? Ya me acuerdo, fue en junio, unos días después de incorporarme al mundo de los vivos como parada emprendedora. Llegué a creerme eso del slowliving jajajaaa angelico! Qué inocencia de principiante! Estaba convencida que pasaría mis días de cuento con mis hijos y mi marido, haciendo galletas y jabones caseros, cultivando mis propios tomates y cosiendo mi propia ropa. Luego a ratitos, trabajaría en mi modesto proyecto jajajaa me parto.
En cualquier caso, no descarto esa vida, y será mi primer propósito para el 2017. De momento y como prioridad inmediata, tengo que sobrevivir a los últimos días de este año, que no es poco. Pero no sufráis, a pesar del estrés y el ansia viva de mis palabras, estoy feliz :) contenta de haber compartido un año más con vosotras y con ganas locas de contaros todos los detalles del proyecto!
Atentas, que el lunes todo cambia...
Feliz Navidad!!
Fotos: Sara González Carrasco