ELPHINE, LA MUJER ARAÑA .- Capítulo ocho.

?VIII?

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Elphine se tomó el último pedazo de su tarta de boda. Era la segunda vez que repetía, no podía sustraerse a la delicada sensación del hojaldre relleno de crema helada. Cerró los ojos para saborear el bocado, escuchando de fondo el murmullo de los invitados al ágape, mientras su mente volaba una semana atrás, justo al instante en el que pidió hora al ginecólogo que la atendió en urgencias hacía unos días.

            ?¿Qué le ocurre Elphine, se encuentra mal?? Exclamó el doctor Ronda con semblante preocupado al verla en la consulta.

            ?Los huevos fueron fertilizados al día siguiente de mi última visita a este centro. ¿Recuerda? Aquella noche nefasta en la que un macho me forzó. Creo que debería echar un vistazo, me noto muy hinchada y molesta. El volumen de mi abdomen ha crecido demasiado.

Durante una media hora fue sometida a varias pruebas, entre ellas, una ecografía en la que el facultativo no dijo ni una palabra. Salió un momento de la sala a toda prisa, dejando a la muchacha en la camilla, para regresar en pocos minutos con dos médicos más. En breves instantes los comentarios no se hicieron esperar.

            ?¡Nunca había visto nada igual! Es el primer caso que tenemos en la clínica. Habrá que seguirlo muy de cerca.? Comentaron los doctores con tono turbado.

            ?¿Me pueden decir qué ocurre? ¿Qué es lo que ven dentro de mí que les extraña tanto?? Exclamó Elphine realmente enfadada. Últimamente su paciencia había mermado mucho y estaba a punto de explotar. Los tres médicos, machos de su especie, la miraban de hito en hito. El doctor Ronda se decidió a explicarse:

            ?¡Elphine, está usted embarazada!

            ?¿Embarazada? ¿Con eso se refiere a que los huevos se han fertilizado correctamente?? Contestó la muchacha mientras la incertidumbre iba ganando terreno en su interior.

            ?Efectivamente tiene cinco huevos en fase de avanzado crecimiento, pero lo que quiero decirle es que tiene un feto en su útero ¿Comprende?

            ?¡Pero eso es imposible! Ninguna de nosotras ha tenido embarazos humanos!

            ?Está de ocho semanas. Aparentemente es un bebé normal, bien desarrollado. Es un varón. Le vamos a sacar los huevos para que el feto pueda desarrollarse con normalidad; si lo dejamos un mes más, puede que sufra malformaciones por falta de espacio.

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            ?¿Y cuándo me van a extraer los embriones?

            ?¡Ahora mismo! Así decide cuales quiere conservar… A no ser que quiera deshacerse del feto, con lo cual no sería necesario que los sacáramos con tanta premura. Es su decisión.

            ?No voy a abortar, sáquenme los huevos ya.? Argumentó la mujer araña muy convencida de sus palabras.

Cuarenta y cinco minutos más tarde, se hallaba de nuevo en el despacho del doctor Ronda observando con mucha atención los escáneres de los cinco embriones. Eran todas hembras, pero su porcentaje de humanidad variaba considerablemente. Dos de ellas eran sesenta por ciento humanas, una tercera no llegaba al cuarenta por ciento y las dos restantes se movían en torno al treinta y siete por ciento. Después de elegir a las dos más humanas, pidió unos momentos para estar a solas con aquellas imágenes. Acarició una en particular, el tercer embrión, que presentaba una hermosa cara humana embutida en un cuerpo de arácnido. Era el vivo retrato de su madre. Las otras dos hembras se asemejaban a dos arañas, iguales que las de jardín, pero con brazos y piernas humanoides.

            ?¿Debo comerme los huevos que he desechado?? Preguntó al salir de la sala.

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            ?¡Claro que no! Antes era una necesidad en las hembras, no había clínicas para atenderlas y debían borrar todos los rastros que las hicieran vulnerables. Ahora incineramos los embriones. No tema, no sufrirán. Antes de realizar esta penosa tarea, les sometemos a un gas que los adormece. Aunque también… Podría venderlos. Hay quién pagaría una fortuna por un embrión como ése.

Elphine movió la cabeza de un lado a otro con cierta tristeza. Había oído hablar de aquello. Del manjar tan exquisito que eran los huevos, para cierto número de depravados de su especie.

            ?¡Incinérelos, se lo ruego! ¡Quiero estar presente cuando lo hagan!

            ?Ha hecho una buena selección, no le quepa duda. Con respecto a presenciar el instante de su volatilización, no hay problema. Acompáñeme, lo haremos ahora mismo.

Con sus propios ojos vio convertirse en ascuas los tres embriones. Unas lágrimas escaparon de varios de sus ojos. Jamás había llorado. No entendía lo que le estaba pasando.

            ?Nos haremos cargo de los otros dos embriones hasta que dé a luz a su hijo. Aquí estarán seguros en sus incubadoras. Diremos que ha tenido trillizos. ¿Le parece bien?

            ?¡Sí, desde luego! ¡Vendré a visitarlos!

            ?No se apene por ellos. Seguramente no habrían aguantado más de dos semanas dentro de usted sin peligro para su propia vida. Ya sabe que algunas criaturas son más precoces que otras, y si rompen el huevo antes de que los saquemos, comienzas a comer lo primero que tienen cerca, en este caso, usted.

            ?¿El bebé será cien por cien humano?

            ?Hasta que no realicemos una amniocentesis no lo sabremos.

            ?¿Y cuándo lo harán?

            ?Hacía la semana quince, sería lo más aconsejable.

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Había salido de la clínica con más preguntas de las que albergaba al ingresar. ¿De quién sería el hijo que llevaba en su seno? Tenía que ser de Alberto que era humano, no podría pertenecer a la estirpe de Aldahir… Eso era del todo imposible, o eso creía. Además estaba el asunto del nacimiento. Había que representar una escena de película cuando diera a luz, simulando un parto múltiple. Parecía la única mujer araña que había quedado preñada. ¿Aguantaría su útero todo el embarazo?

Su mente retornó al salón donde el champán corría a raudales en la larga mesa donde se sentaban todos. Eran quince, entre amigos de Alberto y compañeros de trabajo de Elphine. Apenas se mojó los labios con el brindis, pero aceptó de buen grado el apasionado beso de su pareja.

            ?¡Pareces muy pensativa, querida mujercita! ¿Te molestan los bebés?

            ?Apenas, todavía son muy pequeños para hacerlo.

La atrajo contra su pecho, y sustrayéndose del ambiente la acarició con ternura, escrutando con sus ojos violetas los de color ámbar que relumbraban en esa ocasión tan especial.

            ?Me encantan las lentillas que te hacen cambiar los ojos en variados colores. No sabría decir con cual estás más guapa. Si nuestros hijos se parecen a ti, serán muy atractivos.

            ?Espero que se asemejen más a ti, lo deseo con toda mi alma.? Lo dijo de corazón. Ojalá que fueran un escalón más para la fusión de lo mejor de las dos especies. En ese instante se acercó Silvia para abrazar a su amiga.

            ?¡Estás más atractiva que nunca! Tienes cautivados a todos los hombres que hay en el restaurante. ? La mujer araña echó un vistazo alrededor, y en efecto, vio varios pares de ojos fijos en ella, algunos no eran humanos. Un estremecimiento la recorrió de arriba abajo. Se apretó contra Alberto, buscando aquella burbuja que entre los dos creaban, un mundo aparte del que les rodeaba.

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            ?¡Es estupendo que estés embarazada! Voy a ser una tía genial, ya lo verás. Tango tantas ganas de verlos.

Elphine, en ese preciso instante, cayó en la cuenta de que dos hembras y un humano no eran de fiar en los primeros años de vida, más que nada porque las niñas podrían merendarse a su hermano o tal vez a su padre. Un sudor frío la cubrió como una segunda piel. Debía buscar la ayuda de alguien que los vigilase muy estrechamente cuando ella se ausentara. Necesitaba una niñera muy especial.

Esa noche no pudo aguantar el apetito y salió de caza. Su instinto podía más que las buenas disposiciones a las que intentaba ajustarse. Esparció un chorro de su aliento sobre Alberto, evitando de este modo cualquier incidente producido por su ausencia.

Encontró su territorio de caza ocupado por otra hembra, a pesar de haber dejado claras y recientes muestras de su demarcación.

            ?Lo siento, tenía hambre y he cazado en tu zona. Todavía no tengo una definida. ?Contestó aquella joven con humildad, a pesar de su tamaño y la ferocidad que ardía en sus pupilas.

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La franqueza y la buena disposición de la muchacha la impresionaron gratamente. Parecía poseer unos modales de los que carecían la mayoría de los intrusos.

            ?Deja que lo haga yo primero. Luego puedes quedarte en esta área cazando durante una temporada. Seguramente tarde unos días en volver.

            ?¿De veras que no te molesto?

            ?No, no me importa.

Elphine, desde su esquina en una alta cornisa, con todos sus sentidos desplegados, agudizó el oído. Entre unos cartones yacía una anciana que lloriqueaba quedamente. La joven sintió lástima de aquel ser. Alguien la había golpeado con saña y tenía medio hundido el rostro. Con rapidez y cierta ternura le inyectó el veneno. Enseguida dejó de respirar, relajando las facciones de una paz que apenas había sentido en vida. Seguidamente hizo un atado con su más suave seda y, amorosamente, igual que si llevara a un hijo, lo cargó para transportarlo hasta el sótano. Se despidió de aquella enigmática hembra con una inclinación de cabeza. Ella dobló su testa totalmente, en señal de respeto y sumisión. Elphine se alejó de allí sintiéndose igual que una reina araña… CONTINUARÁ.

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