ELPHINE, LA MUJER ARAÑA – Capítulo nueve.-

-IX-

Elphine se despertó de madrugada muerta de hambre. Se tocó el vientre hinchado repetidamente en un intento de tranquilizar a su pequeño habitante. Él también estaba inquieto sintiendo el nerviosismo de su madre. La mujer se levantó con movimientos lentos, se vistió de oscuro con unas mallas que la harían casi invisible entre la negrura de la noche. Antes de salir por la ventana, se acercó a Alberto que roncaba quedamente. Le inoculó un poco de veneno; ésta vez la dosis era mayor que las anteriores. Seguramente ya sería inmune a la tóxica sustancia que le venía inyectando hacía unos meses. Intentaba protegerle de los mordiscos de sus futuras hijas. Durante los cuatro primeros años de vida las hembras mutantes clavaban los quelíceros muy a menudo a la gente que tenían cerca, unas veces por enfado y otras por juego.

SABOCHI-BARRIGAS-3-2


Deseó ver a sus niñas otra vez. Las iba a visitar todas las semanas y se quedaba absorta en la sala durante horas observando aquellas caritas mofletudas a contraluz, moviéndose sin parar dentro del huevo de paredes elásticas. Ella había elegido la música y los cuentos que se reproducían a lo largo del día en aquella sala de incubación. Estaban a punto de salir de su encierro, siendo más precoces que su hermano que aún tardaría en nacer cuatro semanas más. Las paredes que las aprisionaban ya no daban más de sí, y saldrían terriblemente hambrientas, capaces ya de cazar algún que otro insecto.

Sabía que en la clínica estaban muy bien cuidadas pero quería estar allí en el instante en el que salieran al mundo. Con un hondo suspiro se dejó llevar, suspendida de un resistente hilo de seda, a merced del viento que reinaba aquella noche. Enseguida se reunió con Arachne, la hembra que cazaba y vigilaba su territorio. La vio enganchada en su cornisa de siempre, igual que un centinela, expectante, en posición de ataque. Todavía no conocía el lugar donde se resguardaba durante el día. Según las palabras de la muchacha era un sitio oscuro y lúgubre, un sótano abandonado, donde nadie la molestaría si echaba una cabezada y huía de la luz del sol.

araña con sombrero


Elphine admiró la silueta de la joven, muy cerca del de una araña, con un tórax y abdomen bien diferenciados, pero tan esbeltos que pasaban por senos y caderas humanos, en los que se engarzaban ocho patas oscuras y robustas. El pelo rojizo, recogido en una larga cola de caballo, los ojos delimitados con sombra negra resaltando unos ojos amarillos fosforescentes que le daban un toque sobrenatural, de ente de otro mundo. Pero había demostrado ser de total confianza, educada y sumisa sin caer en el servilismo. Se alegraba de disfrutar de su presencia algunas noches cuando salía a cazar, aun cuando ella siempre había sido la típica hembra solitaria. Se saludaron con sendas inclinaciones de cabeza, aunque Arachne bajaba la misma hasta la altura del suelo en gesto de fidelidad, ademán que desconcertaba y encantaba a Elphine.

            ?¿Es este tu saludo habitual a las hembras?? Inquirió Elphine.

            ?¡Claro que no! Está reservado a los que considero Arcanos o portadores de Arcanos.

La mujer araña se quedó silenciosa mientras las palabras dichas por su acompañante se perdían entre las paredes de los edificios. Arcanos… hacía tanto que no oía hablar de aquellos personajes que en su fuero interno los consideraba parte de una leyenda, un cuento para relatar antes de irse a la cama.

            ?Creo que te has confundido conmigo, soy tan común y corriente como tú misma.

La joven se acercó a Elphine, incrédula, para cerciorarse de que no fingía y que ésta creía firmemente lo que decía.

            ?¿Aún no te has dado cuenta?… Ya veo que no.

            ?¿De qué tengo que darme cuenta?

            ?Eres la Portadora de un Arcano.

            ?Eso no puede ser. Mi marido es un humano, sería imposible…Y tú ¿cómo puedes afirmar semejante cosa?

            ?Hay un flujo alrededor que te ilumina de forma especial, lo mismo que si llevaras un sol solo para ti… Y la música…

            ?¿Qué música?

            ?La que te precede. Una melodía solo audible por los nuestros, tan irresistible, cargada de nostalgia por un universo que no conocemos, uno del que somos originarios. ¿No has notado cómo te siguen las miradas de los machos? Los hipnotizas cuando estás cerca de ellos.

De eso sí se había percatado e incluso había tenido algún que otro enfrentamiento con algún pelmazo porque no la dejaban en paz.

            ?¿Te crees todas esas… teorías de unos orígenes de otros mundos? ?Elphine hizo un tremendo esfuerzo para no pronunciar de corrido una familia de sinónimos bastante amplia que pugnaba por salir de su boca: estulticias, tonterías, memeces, majaderías, bobadas, estupideces…

            ?Es la realidad. Cada cinco generaciones de arañas nace un Arcano fruto del apareamiento de un macho con genes del origen que a su vez se acoplará con una hembra elegida especialmente para que conciba a un heredero lo más evolucionado posible.

            ?Pero mi bebé sólo es heredero de mis genes y los de su padre. Según la leyenda que relataba mi madre, esos entes especiales eran capaces de tejer constelaciones y crear universos con intrincadas redes de plata entremezcladas con hilos del tiempo… ¿Te das cuenta a qué suena todo eso? Sólo son preciosas historias de nuestra mitología que no tienen base real…

Elphine dio un suspiro al imaginar por un instante aquellos ojos de plata líquida que la hipnotizaron en el sótano de su casa hacía unos meses. Una punzada de hambre la devolvió a la cornisa donde se apoyaba cómodamente.

            ?No me disgusta que creas en fantasías y ensoñaciones, porque quizá ves sólo lo que te interesa, y la realidad, que siempre está al acecho, no tenga en tu caso demasiado atractivo… Pero a partir de ahora eso puede cambiar. Me has demostrado lealtad y compañerismo, cualidades escasas entre las hembras de nuestra especie… ¿Te interesaría trabajar para mí, Arachne?

            ?Nada me haría más feliz? Contestó la muchacha con un intento de sonrisa. Los arácnidos no se dejaban llevar por los sentimientos y se mostraban serenos, fríos y calculadores.

            ?Voy a necesitar a alguien como tú para que cuide de mis bebés, dos hembras y el bebé humano que viene en camino. A partir de mañana vivirás en mi casa bajo mis reglas. Tu ayuda será inestimable Arachne.

            ?Allí estaré para lo que necesites Elphine.

Las dos hembras guardaron silencio deslizándose por una oscura zona. Unos débiles gemidos intermitentes atrajeron su atención. Hacia allí se dirigieron las mujeres araña. Entre dos cubos de basura encontraron a la autora de tan siniestra melodía. Una muchacha de no más de quince años estaba dando a luz. Sucia, delgada hasta la saciedad y con efluvios alcohólicos, se encontraba tirada en el suelo, casi desnuda, envuelta en violentas convulsiones. Vieron la cabecita del bebé coronando la vagina de la adolescente.

parto


Elphine trepó por el muro recorriendo varios pisos en busca de ropa limpia con la que abrigar al bebé. Arrancó unas camisetas tendidas de una cuerda y regresó rápidamente para colocar una de las prendas debajo de la pelvis de la chica. Con un último esfuerzo y gracias a la eficiencia de Arachne, la joven fue capaz de expulsar el bebé. Elphine le limpió como mejor pudo mientras la muchacha se desangraba. Inmediatamente le aplicó una dosis de veneno que relajó sus miembros y la sumió en una agonía tranquila. Cuando la adolescente daba su último suspiró, el bebé emitió su primer sonido, un lloro quedo, casi sin fuerzas. Las dos mujeres observaron al diminuto ser moverse entre los brazos de Elphine. Ésta lo acunó para que no prorrumpiera en agudo llanto.

            ?Voy un momento a la comisaria. Necesita que lo alimenten ya. Ellos se encargarán.

Escondiendo sus dos pares de patas extra, y exhibiendo los ojos color caramelo que le conferían un aire de extrema candidez, se descolgó por la pared más próxima a la entrada de la comisaria. Entró y salió en unos segundos, sin que nadie se percatara de su presencia. Cuando subía, de nuevo, por el muro oyó el llanto desconsolado del bebé y el sonido de unas cuantas voces. Vio varios agentes recorrer los alrededores de la calle, en busca de la persona que había abandonado tan preciosa carga.

recién nacido


De vuelta al callejón, halló a la fallecida envuelta en un sudario de seda y cómodamente doblada en dos para su transporte. Arachne, servicial y efectiva, cargando con el fardo la acompañó hasta la misma ventana del sótano. Entre la una y la otra metieron el cuerpo por la hendidura y lo llevaron hasta la habitación secreta. Un pellejo medio vacío colgaba de uno de los ganchos del techo. Elphine había racionado muy bien los tragos de aquella pieza para que durase lo más posible, porque cada vez que miraba a Alberto sentía que las noches de caza la alejaban más de él. Pero era del todo imposible resistirse en su estado, sabía que necesitaba aquel jugo vital para el buen desarrollo del feto, que ningún tipo de comida que consumiera tendría el valor nutritivo que le daba la combinación de veneno y jugos humanos. Mientras pensaba todo esto inoculó gran cantidad de veneno dentro del cuerpo de la joven fallecida. Luego procedió a colgarlo de un gancho para que la toxina fuera deshaciendo los tejidos de la joven. Arachne selló boca, nariz, ojos, orejas, ano y vagina del cadáver para que el mismo, al descomponerse, no perdiera jugos.

Las dos mujeres exhaustas por la intensa noche, echaron unos cuantos tragos del pellejo antiguo que se balanceaba medio vacío. Arachne se despidió hasta el día siguiente y Elphine regresó al lado de Alberto que seguía roncando tranquilamente.

Mitología


Dos días después, Elphine fue testigo del nacimiento de sus dos hijas: Freya y Liv. Pensó sus nombres en cuanto las vio emerger de los huevos. La primera era grande, voluptuosa en sus ademanes y con dos pares de preciosos ojos irisados haciendo juego con el cabello negro de brillos metálicos, la llamó Freya, diosa escandinava del amor. La segunda, resultó menuda, nerviosa y de una blancura nacarada. La mirada de aquella criatura estaba llena de curiosidad. La llamó Liv, vida, que le iba como anillo al dedo. Por supuesto no diría nada de aquel acontecimiento en casa. Oficialmente las dos niñas nacerían el mismo día que su hermano.



Los bebés en cuanto se despojaron de la pegajosa cáscara del huevo se dirigieron, igual que autómatas, hacia las tetinas de sendos biberones que ya estaban dispuestas en el cubículo. Se engancharon a ellas con saña y desesperación mientras tragaban sin tomarse un respiro. La nueva madre observó crecer desmesuradamente el estómago de sus bebés con la ingesta de aquel primer jugo multivitamínico. Durante dos semanas nadie las tocaría, ni a ellas ni a ningún bebé mutante. Eran letales para cualquiera que se les acercara, incluidos los de su especie. La encima de su veneno sextuplicaba su poder volviéndose muy concentrada para salvaguardar al recién nacido. Las dos hermanas se miraron largamente mientras enredaban sus patas una y otra vez, reconociéndose, aceptándose. Después de terminar este rito, las niñas, antes de caer dormidas, otearon el cristal del recinto para clavar su mirada en la de Elphine. Dos atisbos de sonrisas se dibujaron en aquellos encantadores rostros. La mujer araña se sintió la madre más dichosa del mundo… CONTINUARA.

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