Su sueño, era un unicornio rosa.
Su mamá Soraya, como todas las mamás, quería que el sueño de Kiara se cumpliese.
Como no podía conseguir un unicornio, se le ocurrió la idea de que se lo pintásemos en una sábana para su cama.
Manos a la obra.
La fantasía de Kiara fué tomando cuerpo, un unicornio rosa, rodeado de pequeñas hadas.
Pero faltaba alguien, alguien a quien ella adora. Su gato Rasel. Un precioso gato naranja.
Kiara duerme feliz, junto a Rasel, su unicornio, y las hadas.
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