Diario de un tejedor 20: ser un hombre que teje

 


Hay una cita que habitualmente se atribuye a Francisco Umbral, pero cuya veracidad no he podido confirmar. No obstante, poco importa: se non è vero, è ben trovato. Se cuenta que en una ocasión le preguntaron si se consideraba un hombre de izquierdas. El escritor respondió, con esa inconfundible voz grave, que sí, que se consideraba de izquierdas, pero que lo que no tenía tan claro es que fuese un hombre. Bien, pues con ese sano sentido del humor me tomo yo lo de considerarme un hombre que teje: lo único que tengo del todo claro es que tejo. Eso sí, a juzgar por lo desiguales que me salen los puntos, ni siquiera de eso estoy del todo seguro.

Aunque puntualmente y con prolongados altos en el camino, llevo siendo un hombre que teje desde hace poco más de dos años. ¿Qué digo un hombre? Un hombretón. Ya conté el porqué de mi aprendizaje tejeril y entre las razones no estuvo la de realizar una actividad tradicionalmente asociada a la mujer a pesar de ser un hombre. Tampoco pretendía dar ejemplo ni animar a otras personas de mi mismo sexo a que aprendiese el arte de tejer.

Ahora bien, es evidente que el éxito inicial del diario sí tuvo mucho que ver con mi género. Supongo que hacía gracia ver a un chico con las agujas en la mano. Quizá ahora llamaría menos la atención, porque se van incorporando hombres al mundo tejeril, pero supongo que a principios del 2012 no era tan común en España. O tal vez sí era común, pero no tan visible.

Dicho esto, del mismo modo que me alegra ver a mujeres realizando labores tradicionalmente masculinas u ocupando puestos generalmente atribuidos a los hombres ?porque históricamente se los reservaron para sí mismos en tanto que género opresor?, yo sí quise realizar ese mismo camino pero a la inversa. Es igualmente deseable que los roles históricamente asociados a mujeres puedan también ser realizados por hombres. A título ilustrativo, quizá esté bien recordar que hasta hace no tantas décadas el piano era un instrumento para mujeres y no estaba bien visto que un hombre lo tocase. Afortunadamente, ya no es así, no queda nada de esa arbitraria atribución genérica, de modo que los estereotipos pueden derribarse.

En cualquier caso, uno de los aspectos positivos del mundo tejeril es que en los puestos más importantes de las principales marcas, compañías, publicaciones y editoriales es frecuente encontrar mujeres. Además, buena parte de las más destacadas obras de arte en punto y ganchillo han salido de la mente de una mujer. En definitiva, es un ámbito al que no ha llegado la discriminación, en el que las mujeres sí acceden a los más altos cargos y a la toma de decisiones creativas y empresariales.

Lo deseable, eso sí, es que pronto no tengan ya sentido los artículos que se centran en el creciente protagonismo de un género en un determinada actividad o disciplina. Ojalá ya nadie se fije en si un film lo realiza una mujer, si el país lo preside una mujer, si el centro de biología molecular lo dirige una mujer?, porque querrá decir que es habitual. Será saludable que nos olvidemos de la fijación con el género ?la gran fuente de injusticia junto con el color de la piel y la elección de credo? para que hombres y mujeres posean finalmente los mismos derechos.

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Y ahora, permitid que me divierta proponiendo una serie de eslóganes a favor de la igualdad:

-Más mujeres dirigiendo y también más hombres tejiendo.
-Los hombres tejen, sí que pueden, los hombres tejen, sí que pueden? (repetir a placer).
-Si quieres ser alto cargo téjete un pantalón largo.

Claro que para lograr la igualdad en materia tejeril, se debería fomentar incluso en los cuarteles. Imaginad si, mientras los soldados corren durante uno de sus entrenamientos, repiten cantando las siguientes frases que les grita su superior:

Superior: A tejer vas a aprender.
Todos los soldados al unísono: A tejer vas a aprender.
Superior: Si un hombre quieres ser.
Todos los soldados al unísono: Si un hombre quieres ser.

O quizá el aprendizaje debería comenzar antes, en los jardines de infancia, modificando levemente las letras de las populares canciones infantiles. Esta es mi propuesta:

El patio de mi casa, es particular
Mi padre está tejiendo, siempre en circular.

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SONDEO BISUNERO

Para medir mejor el género en el mundo tejeril, le mandé a varios relevantes tejedores dos preguntas:

1: ¿Qué supone para ti ser un hombre que teje?
2: ¿Has vivido alguna situación destacada o singular derivada del hecho de ser un hombre que teje?

Os dejo con sus respuestas, que son interesantes, reveladoras y divertidas:

Josep Mestres
1. Tejer, comer, beber, vivir, amar. No hay que poner barreras a nada, ¿por qué una mujer puede y un hombre no?, ¿por qué un hombre puede y una mujer no? Por mi parte, tejer es una manera de expresar algo que llevo dentro y nada más, no me cuestiono el porqué.
2. A veces tengo que ir a trabajar a Madrid y siempre que puedo voy en AVE. Me siento y me rodean más personas, casi siempre todos ejecutivos. Su ritual siempre es el mismo: bajan la bandeja, sacan sus portátiles y empiezan a trabajar. Yo saco mi ganchillo y me pongo a tejer. A veces miro su reacción, por curiosidad. Casi siempre las caras son: ?¿Qué hace ese??. Otras os aseguro que son pura envidia.

Uday73
1. Durante el tiempo que llevo en este mundo de aprendizaje artístico he conocido cuatro grupos de tejedores en los que suelo participar en sus quedadas en la ciudad. Ser hombre o mujer hoy en día no diferencia más que el producto que creas, cuando le das tu propia personalidad. Las mujeres te aceptan como uno más del grupo, participando en conversaciones interesantes, nada triviales.

Ferran Moreno Lanza
1. Para mí, es como tener otro hobby cualquiera. Me gusta, me relaja, me aporta la satisfacción de hacer algo bonito y útil con las manos… Es cierto que es una actividad de las consideradas “femeninas”, pero ese es el punto de vista de otras personas, no el mío. Aprendí a hacer ganchillo en el colegio, en EGB, y allí no se consideraba raro que un chico tejiera.
2. Dejando de lado la primera reacción de extrañeza de las personas de mi entorno inmediato hasta que se acostumbran, las situaciones más curiosas han sido protagonizadas por gente que no teje. La primera vez que tejí en público, hubo algunos comentarios de gente que pasaba por donde estábamos, pero en general no eran comentarios ofensivos, sino más bien fruto de la curiosidad y de la sorpresa de ver a un hombre tejiendo. En mi caso, no he vivido ninguna escena desagradable, sólo un poco impertinente como mucho.
Por otro lado, parece que el ser un hombre que teje hace que algunas tejedoras sean más indulgentes con lo que haces. He notado a veces un cierto “maternalismo” en ellas hacia ellos en foros de Internet, aunque no puedo decir que lo haya notado hacia mí.
Luego está mi pelea personal para que se “desfeminice” el mundo “tejeril”: normalmente, siempre que se habla del tema se habla de “tejedoras”, las revistas y libros que se publican, excepto en algunos casos, están dirigidas a mujeres (aunque haya patrones para hombres). Pero cada vez somos más, y con el tiempo supongo que las cosas irán cambiando.
He recordado algo que me pasó, relacionado con ser un hombre que teje. Estábamos en nuestro encuentro semanal en Llanàrium, cuando entraron una madre y su hija ya mayor de edad, se acercan a nosotros y la madre pregunta: “Estáis tejiendo?”, y a continuación añade: “Es que he visto a los chicos tejiendo y he pensado, qué gracia, vamos a ver”. Y nosotros allí aguantando como los monos en el zoo…

Jose Angel Ballesteros Cobo
1. Para mí es algo que me hace sentir, por así decirlo, algo diferente. Ver que es una cosa que no suelen hacer los hombres hace que en cierto aspecto puedas llegar a esa conclusión, de parecer distinto. Viendo los resultados del trabajo que se hace y el bienestar y relajación que aporta el realizarlo, te preguntas por qué otros hombres lo consideran como algo raro. Creo que más gente debería probarlo. Seguro que mucho estrés desaparecería si la gente conociese el beneficio de tejer.
2. La situación general es ver la expresión de la gente al saber que me dedico a eso. Sobre todo cuando hablas con mujeres que también lo hacen. En un principio siempre se quedan con el asombro, casi sin creérselo, pero poco a poco las vas convenciendo y su forma de tratarte cambia por completo. Donde más lo noto es cuando voy a las tiendas de lanas. Te ven comprar y no te dan mucha importancia, pero cuando saben que eres tú el que hace las cosas, te atienden de una forma muy diferente, trato que a las clientas (femenino) no se lo dan. Normalmente siempre suele haber gente tejiendo donde compro las lanas y cada vez que aparezco, dejan la labor y todas están pendientes de lo que voy hacer y siempre insisten en que una vez lo tenga terminado, me pase por la tienda a enseñárselo. Creo que me tratan mejor por ser hombre. Ese trato no lo tienen las mujeres que suelen comprar.

David, de ChiquiPork
1. Pues sinceramente no creo que sea diferente a ser una mujer que teje. Con el paso del tiempo, cada vez vemos más representación de hombres en profesiones, hobbies o situaciones que generalmente atribuíamos a mujeres. Y al revés igual. Me parece genial que vayamos rompiendo ese tipo de clichés que generalmente lo único que hacen es discriminar. ¡Arriba los hombres tejedores!
2. Nada destacado en realidad, aunque es cierto que algunos seguidores de la página, generalmente mujeres por cierto, se han sorprendido al saber que detrás de ChiquiPork hay un hombre. Es verdad también que he recibido más de un mensaje del tipo:
-”¡Hola guapa! Me encanta lo que haces, …”
Me hace gracia cuando les digo:
-”¡Muchas gracias!, pero me llamo David…
Se disculpan, pero la verdad es que no me molesta en absoluto.



Ya conocéis la opinión de seis tejedores. Ahora me gustaría saber si hay algún hombre tejedor entre nuestros lectores que quiera dejarnos la suya en el apartado de comentarios. También me gustaría saber qué os parece a vosotras, queridas tejedoras, ver a hombres con las agujas en las manos ?y no, no me refiero a los practicantes?.

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[Episodio inicial]

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