Puede parecer coleccionismo pero en realidad yo guardo las tarjetas de visita de los comercios, y en concreto de los restaurantes, para ver si les encuentro algún uso.
Algunas tarjetas de comercio y calendarios de mano son una auténtico monada.
En realidad sólo me quedo las tarjetas de visita de los comercios más significativos, pero en el caso de los restaurantes sí que hago acopio, y así a veces me inspiro para recordar a qué sitios merece la pena ir. Tengo incluso tarjetas recogidas en la calle, pero de restaurantes que no he ido, sólo pasaba por allí.
Aparte de usar estas tarjetas para forrar carpetas o enmarcarlas, que es el uso más habitual, o coleccionarlas sin más, yo usé buena cantidad de ellas para decorar los maderos embellecedores de mi cocina. Es una franja de madera que van de los muebles al techo, y que ya venía en la cocina de la constructora; no sé realmente como se llama, y conozco poca gente que tenga una franja tan ancha como la mía. Supongo que porque cuando la gente se diseña su propia cocina intenta aprovechar el máximo de espacio para almacenaje.
Pero yo enseguida vi las posibilidades decorativas de una zona que no es de repisa para exponer mis tarjetas de restaurantes. Con ellos di un ramalazo de color a una cocina muy blanca y de paso di rienda suelta a la nostalgia, pues buena parte de esas tarjetas son de cuando yo vivía a 700 km de donde vivo ahora, y son un recordatorio de una feliz etapa pasada.
Tenía tanta franja para pegar tarjetas que tengo una zona reservada para restaurantes exóticos, otra para solamente asiáticos, otra para asadores y cocina castellana, otro para restaurantes de cocina catalana y otra para restaurantes en general. Y me queda por poner la zona italiana, pero me faltan tarjetas.
La franja destinada a restaurantes asiáticos. En la foto inicial se aprecia que está al lado de la zona de restaurantes de cocina "internacional" y exótica y restaurantes "generales". Las tarjetas de los restaurantes exóticos suelen ser preciosas.
Basta con hacer una composición de las tarjetas, pegarlas en la parte trasera con un celo para fijarlas y colocar un film adhesivo sobre ellas, poniendo buen cuidado en que no se formen arrugas. El hueco entre las tarjetas suele ser suficiente para que el film quede adherido.
De igual forma se podrían decorar los frontales de algún armario, pero no recomiendo que se haga en zonas muy expuesta a grasas. El film adhesivo se puede limpiar con una bayeta húmeda, pero mejor no darle mucho trote.
Si nos cansamos de esta decoración, se puede despegar el film entero y recuperar las tarjetas, eso sí, con la capa de film por encima para evitar que se rompa el carboncillo si intentamos despegarlas.
No deja de ser un puzzle cuadrar las tarjetas disponibles.
La zona nostálgica de restaurantes catalanes míticos y de cocina catalana, y el lado vacío destinado a restaurantes italianos. ¿Os podéis creer que tengo ya muchas tarjetas reservadas pero me faltan 3 o 4 para poder tener una composición decente.
Habrá a quien le parezca cutre pero la gente me suele dar buenas opiniones. Esto lo hacen los del Ikea con un papel pintado y triunfan en el catálogo; si lo hago yo ¿por qué iba a quedar mal?
Así que ya sabéis, si os sobra alguna tarjeta de restaurante italiano, poneros en contacto conmigo; lo que para otro es basura para mí es un tesoro.