Este puente pasado decidimos conocer al fin La Alberca (Salamanca). Y digo al fin porque Luis tenía muchas ganas desde hacía tiempo. Después de las curvas y el consiguiente mareo, el destino no nos decepcionó en ningún sentido.
El hotel, de los que llaman con encanto, realmente lo tenía y si no, mirad.
Después de leer esto, por supuesto tuvimos no un poco, sino mucho cuidado en doblar la preciosa colcha.
En la recepción del hotel había algunos trabajos más con la técnica propia del lugar. Y en ese momento me acordé de vosotras.
Precioso lugar La Alberca, donde nada desentona, donde lo antiguo perdura y lo nuevo se adapta.
Y de La Alberca a Oporto. A sorprendernos con su ambiente, a contagiarnos de su alegría, a pasear por sus calles, y a sentarnos a merendar en cafeterías como esta, donde la carta la ofrecen en una carpetita de tela.
Donde por cierto, todo el que pasaba miraba para arriba, ponía cara de asombro y hacía una foto. Yo llegué tan cansada que ni me fijé y sólo cuando nos íbamos levanté el cuello, puse cara de asombro e hice la correspondiente foto.
Esa misma tarde di un frenazo ante una tienda, toda monísima, coqueta y llena de telas. Se trata de la Retrosaria das Flores.
Me llamó la atención una tela que ya había visto confeccionada en varias tiendas de artesanía, así que me compré un poquito.
Queréis ver la tela, ¿verdad? Así doblada no dice nada.
Como veis reproduce las típicas casas de la Baixa. Me pareció una forma muy original y con gusto de promocionar el lugar. Y había que conocer el lugar ¡ya! Así que continuamos nuestro paseo hacia el Douro y sus casas llenas de colorido y alturas diferentes, ropa tendida y vida.
Fue al día siguiente al cruzar la orilla cuando aprecié bien las fachadas que la tela reproduce.
Desde el autobús me dio tiempo a fotografiar una de las muchas tiendas que ofrecen productos artesanales hechos con la misma tela que yo compré (bolsas, mochilas, delantales, bolsas de aseo...). Algo me haré yo, no sé el qué, pero algo que me recuerde a estos estupendos días que hemos pasado desconectando de la rutina a la que luego me gusta tanto volver, y de la que disfruto aún más después de conocer lugares diferentes.