Los comederos para las aves, es los países nórdicos son muy importante, y más cuando se acerca el invierno donde se desencadena un aluvión de costumbres y tradiciones. Con la honda afición por la Naturaleza típica de estos pueblos, a los niños se les inculca un fuerte sentido ecológico. Y como el invierno es una dura prueba para las avecillas, apenas caen las primeras nevadas los jardines se llenan de comederos repletos de semillas para auxiliarles. En Navidad los niños se pasan las horas rellenando la bandeja y contemplando luego desde la ventana el ir y venir de los pájaros, que agradecen el aporte alimenticio cuando el suelo está cubierto de nieve y encontrar sustento se convierte en una lucha por la supervivencia.
Fabricar estos comederos, utilizando ramas de la poda, es también una divertida costumbre. Y seguro que si nuestros niños aprenden cómo hacer su propio comedero para colocarlo en el jardín o la terraza, se aficionarán a contemplar los pájaros en libertad, algo mucho más gratificante que encerrarlos en una jaula.
La recolección
La tarea empieza por la recolección de los materiales. Algo que, además de resultar sencillo y ameno, sale gratis, dado que con la llegada del otoño se realiza la poda de árboles y arbustos. Por estas fechas cualquier urbanización rebosa de contenedores especiales llenos de ramas cortadas, y también podemos acudir a un vivero para que nos reserven un hato.
Sólo necesitaremos unas tijeras de podar pequeñas para pelar las ramas, quitando los brotes verdes; aunque en muchas especies arbóreas resulta más práctico hacerlo a mano, por ejemplo las jacarandas. Conviene utilizar guantes, tanto por el frío como para manejar con seguridad las ramas.
Pronto los expedicionarios habrán cosechado ramas suficientes para llenar el maletero del coche. Y con ese botín, después de recoger las ramitas cortadas y echarlas al contenedor, regresamos a casa y acometemos la tarea.
Manos a la obra
Con un serrucho iremos cortando las ramas para fabricar pequeños troncos a la medida adecuada de nuestro comedero. Hay que proteger las semillas de la lluvia y la nieve, por tanto cubriremos la bandeja con un tejadillo, que podemos hacer con ramas menudas de brezo. Con un plástico que disimularemos fácilmente, el tejado será perfectamente impermeable. La bandeja podemos hacerla con cualquier tabla fina, en la que practicaremos agujeros para evacuar el agua que pudiera entrar por los lados, cuando el viento acompaña a la lluvia. Los agujeros deben ser lo bastante finos para que no se atasquen con las semillas.
Hay que dar un poco de fondo a la bandeja, para que el viento no desperdigue las semillas. Para ello lo enmarcaremos con cuatro tronquitos, que servirán además de cómodo posadero para los comensales.
Para unir los troncos utilizaremos varios métodos: adhesivo apto para exteriores, cuerdas, puntillas. Y una vez concluido nuestro comedero lo pondremos fuera, en un sitio protegido del viento, cerca de una ventana para que podamos contemplar a los pájaros. En cualquier tienda de mascotas encontraremos bolsas de semillas variadas, y ya sólo falta llenar la bandeja. Nuestros pequeños amigos pronto vencerán sus recelos, y acudirán sin cesar en alegre bullicio ofreciéndonos muchos ratos de entretenimiento.