Un elemento de gran importancia en la decoración del hogar son las lámparas. Además de proporcionarnos un punto de luz cuando la claridad no es suficiente, sus variados tamaños, formas, materiales y colorido aportan a menudo un toque de personalidad a la estancia en la que se encuentre situada. Además del papel o la tela como material de la pantalla no hemos de olvidar el vidrio, el auténtico protagonista de las lámparas Tiffany.
Louis Comfort Tiffany, impulsor del Art Nouveau, imaginó la unión de la bombilla con el vidrio coloreado para crear un magnífico efecto en la percepción de la luz; este fue el nacimiento de una técnica artesanal que hoy en día no sólo no se ha olvidado sino que continúa gozando de una gran popularidad.
Hazlas tú mismo
Aunque las encontraremos en numerosos establecimientos especializados en decoración, si conocemos el método de elaboración podremos llevarlo a cabo nosotros mismos, de modo que el diseño sea de lo más personal. Para realizar una vidriera, la técnica más sencilla es la del emplomado.
Necesitaremos vidrio de colores, corta vidrios, un soldador, estaño, agua de soldar y tiras de plomo. El primer paso es realizar en papel el diseño de la lámpara; a continuación lo repetiremos en una cartulina o cartón fino y dividiremos las diferentes piezas que lo forman. Con estas plantillas llevamos a cabo el corte del cristal.
Las tiras de plomo forman una fina hendidura; en ella iremos introduciendo los trozos de cristal, con cuidado de que éstos no se rompan. Este es el proceso de emplomado; cuando hemos finalizado, fijaremos la estructura soldando con el estaño las uniones entre las diferentes tiras de plomo.
Las auténticas Tiffany sufren un proceso de elaboración similar, aunque algo más complejo. Realizaremos el corte de los cristales de igual forma que en el caso anterior, pero a continuación, puliremos las aristas y eliminaremos los residuos. En lugar de utilizar plomo para unir las diferentes partes de la vidriera, emplearemos cobre; este material, en forma de cinta, debe rodear perfectamente el borde de cada una de las piezas. Nos sobrarán unos milímetros a ambos lados del perímetro; los extenderemos con cuidado sobre el cristal próximo.
Uniremos las partes del mismo modo que en la vidriera emplomada, mediante soldadura con estaño. El paso final en ambos casos es unir el diseño en cristal a un soporte que formará la lámpara.
Un poco más fácil
Para los que no son demasiado expertos en el arte de cortar el vidrio, existe una forma mucho más sencilla de obtener una preciosa lámpara. Aunque no se trata de una auténtica Tiffany, el resultado también resulta muy vistoso.
Para ponernos manos a la obra necesitamos una pantalla de metacrilato, plomo adhesivo, y pintura de varios colores especial para metacrilato, que, una vez seca, parecerá transparente. La pantalla la encontraremos ya diseñada en tiendas especializadas, aunque podemos realizar nuestro propio dibujo mediante una plantilla.
El primer paso es pegar el plomo con cuidado a lo largo de todas las líneas que componen el dibujo. A continuación, rellenaremos todo el espacio libre con los diferentes colores seleccionados, bien con el aplicador que suelen incluir los botecitos de pintura, o bien con un pincel, sin extender el producto. Si aparecen pequeñas burbujas en la pintura, las eliminaremos fácilmente pinchándolas con un alfiler.
El proceso de secado es importante para evitar que la pintura escurra y el resultado no sea homogéneo; para evitarlo, es conveniente que se seque en posición horizontal. Con este sencillo proceso obtendremos una lámpara que aportará todo el colorido a cualquier estancia.