El problema es que esto suele molestar a los adultos, pensamos que el niño necesita ver la tele, jugar con algún aparato electrónico, o recibir algún estímulo externo a todas horas del día.
Es cierto que la rutina es necesaria para los niños, pero un exceso de tareas les impide ejercer su creatividad y desarrollar su imaginación.
Los padres tenemos que dejar que los niños se aburran de vez en cuando. Sólo así aprenden a entretenerse solos, buscan sus juegos y se autorregulan.
¿Cómo gestionar el aburrimiento infantil?
Es decir, qué podemos decirles cuando repiten incesantemente su cantinela me aburro, me aburro, me aburro, ¡ME ABURRO!
Primero de todo, deben reconocer que el aburrimiento es suyo, por tanto no deben esperar que lo gestionemos nosotros los padres.
En segundo lugar, aceptamos que existe ese aburrimiento y les invitamos a resolverlo por sí mismos.
Hay algunas técnicas que funcionan, como por ejemplo, la caja del aburrimiento.
LA CAJA DEL ABURRIMIENTO consiste en escribir en pequeños papeles juegos o tareas que el niño puede hacer, como hacer un puzzle, jugar a las construcciones, etc. Utilizando juegos que tengáis en casa. Cuando el niño se aburre, sólo tiene que ir a su caja, y elegir un papel. La sorpresa les agrada y realizan la tarea con gusto.
Otras veces es más importante dejarles hacer y ya está.
Que tengan a su alcance folios, lápices de colores, sacapuntas, lápiz y goma. De este modo pueden recurrir a ellos siempre que tengan una inspiración, y no tienen que llamarte para facilitárselo.
En nuestra casa tenemos una caja enorme toda llena de lápices, cuando quieren, la cogen y dibujan, libremente, sin ningún objetivo especial, sólo por el placer de crear.
En verano tenemos también una caja con tizas. Tenemos la suerte de disponer de dos terrazas, donde las niñas tienen habilitado un espacio donde saben que pueden pintar siempre que quieran. A veces, hasta lo hacen sin avisar.
Sino hubiera tenido tiempo libre, si no se hubiera aburrido, esto no hubiera sucedido
Es un cuento escrito en el suelo por una de mis hijas. Había sido tan cuidadosa que lo descubrí horas después de haberlo terminado.
A veces sólo hay que dejar que se aburran para que la imaginación fluya.