¿Alguna vez has sentido la sensación mal rollito power que te transmitía algo?, ya sabes, esas cosas que no puedes disfrutar, no sabes por qué, pero te dan mal rollo, que no transmiten buenas vibraciones.
Vas a una cafetería y sin saber por qué, prefieres una silla antes que otra, y no es por observar al gentío y cotillear acerca de su aspecto, no es eso. Un caso más grave, te niegas en redondo a tomar algo en determinado garito, y no es que te traiga un mal recuerdo o que el baño esté asqueroso o los bordes de las tazas lleven pintalabios rojo pasión, sino que simplemente, te da mal rollo.
Lo mismo ocurre con algunas prendas de ropa, o pendientes. Ahora no porque ya somos mayorzotas y mayorzotes todos, pero ¿no tienes esos recuerdos de la infancia en los que tu madre se empeñaba en que te pusieras el jersei de cuello alto de espuma y tú te negabas en redondo?
- venga hija, pero si es precioso, y llevarás el gaznate bien abrigadito
- no, no , no, y mil veces no
y tu cuello retorciéndose cual niña del exorcista.
No existía razón aparente, simplemente era que no, ni hoy ni nunca, y ese no se llama mal rollito.
Hoy día sucede también con algunas cosas que tenemos en el fondo más profundo del armario, y que sin saber muy bien por qué, ahí están sin moverse ni con ayuda de las polillas.
Y cómo no, también se da la situación inversa:
Sé que me comprendes perfectamente, y yo a tí, y te diré que todas esas prendas las sigues usando porque te dan buen rollo, muy muy buen rollo. Tal vez se han fabricado en España, te las regaló alguien a quien quieres, las compraste con tu primer sueldo, o sabes que están hechas con mucho amor.
Y sí, si me conoces ya sabes por dónde voy, y es que… a partir de hoy todos los artículos de la tienda pángala llevan su certificado de buen rollo, como lo lees.
Sabes que los pÁngala son
los bolsos y complementos hechos con calma para las personas que disfrutan la vida.
Evidentemente es un negocio, no nos vamos a engañar, pero es al mismo tiempo un placer (estresante a veces), un disfrute (de demasiadas horas en muchas ocasiones), y una alegría (siempre, siempre, y mil veces siempre).
Sí, sé que lo sabías, pero me encanta decírtelo, así que plissssss:
Y recuerda, ¡¡exige el buen rollo!!, el precio es el mismo, be happy my friend
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