Un poco de historia
Se dice que fue en Roma donde apareció el jabón por primera vez. Fue por casualidad, al contemplar cómo al caer la lluvia sobre la grasa de los animales sacrificados, brotaba espuma. Desde hace más de 5.000 años los israelíes ya lo incluían dentro de sus propias leyes para determinar la higiene personal y se cree que los fenicios lo trajeron a Europa en el año 600 antes de Cristo. Con la caída del Impero Romano, la fabricación de jabón desapareció en el Continente y no fue hasta el siglo XVI cuando comenzaron a desarrollarse nuevas técnicas con las que obtendrían un jabón más puro.Una de las creencias más difundidas por todo el mundo y menos acertada, es que en la Edad Media la higiene no se valoraba. Por el contrario, fue en esa época cuando proliferaron los baños públicos y las clases más privilegiadas contaban con los suyos propios. Fue en la Baja Edad Media cuando los baños empezaron a cerrarse, y ya durante el Renacimiento, la gente se limitaba a perfumarse para cubrir los olores.
Desde entonces, la elaboración del jabón ha pasado por muchas fases: la aportación de los norteamericanos, el descubrimiento de nuevas técnicas, el desarrollo de la química, su industrialización y comercio, pero sobre todo, su inclusión en nuestras vidas como un elemento indispensable para nuestra higiene y salud.
Los jabones artesanos de sodio y de potasio
El jabón es el resultado de la reacción de un álcali sobre los ácidos grasos. Todo es cuestión de química.Jabones de sodio: proviene del hidróxido de sodio. Obtendremos una pastilla dura, ya que el sodio se cristaliza tras la reacción química y, como consecuencia, los cristales impiden que la luz los traspase; por lo tanto, la barra será opaca. El jabón líquido también tiene una base de sodio. Son claros y transparentes porque los cristales están diluidos. Los disolventes que se suelen usar para su disolución son el azúcar, la glicerina o el alcohol.
Jabones de potasio: más soluble que el sodio, el hidróxido de potasio es la base de todos los geles líquidos. Su jabón está compuesto por ingredientes puros y naturales. Es muy versátil porque puede modificarse para adaptarlo a todo tipo de piel. Su proceso es sencillo; tan solo hay que variar uno o dos ingredientes de la fórmula inicial y obtendremos una amplia variedad de jabones: baños de espuma, de manos, champús, etc.
Método en caliente: conoce la técnica y sus propiedades
Este sistema es una técnica sencilla en la que una base de jabón se calienta a temperaturas relativamente altas (de 82 a 93º C) durante dos o tres horas. Esta elevada graduación asegura que todos los ácidos grasos libres queden neutralizados; hecho que es esencial para conseguir un color cristalino y transparencia. Este proceso también se utiliza para producir otras variedades especiales, como las cremas, pastas y pastillas translúcidas. Además, si se comenten errores, casi siempre se pueden reparar. Durante siglos, ha sido el sistema escogido por los fabricantes de jabón comercial.Sin embargo, el proceso en frío no necesita calentar la base de jabón. Los aceites y la solución en lejía se combinan a temperaturas más bajas (de 38 a 48º C) y, luego, la emulsión se aísla con mantas, y se deja reposar unas 24 horas. Durante este tiempo, se cuece solo, al calentarse por la reacción entre los ácidos grasos y el álcali.
El jabón artesanal casi siempre se elabora con el método en frío a pesar de sus limitaciones, ya que con él sólo se obtienen jabones de manos opacos. El resto, los líquidos, las pastillas transparentes, así como las cremas, están fuera de su alcance. Además, este sistema no admite errores; un mal cálculo de la temperatura o en la cantidad de los ingredientes, y tu proyecto irá directamente a la basura.
En busca de la transparencia: la hidrólisis
El objetivo que nos hemos marcado es conseguir un jabón transparente y, para ello, entra en juego la hidrólisis. Ésta es una forma de descomposición donde los ácidos grasos son liberados y luego se combinan químicamente con los iones de sodio o de potasio para formar el jabón. Pero si no se ha añadido suficiente cantidad de álcali, si hay demasiado aceite o si la temperatura del lote del jabón que se saponifica es relativamente baja, quedarán ácidos grasos no neutralizados.Este exceso es desastroso para las pastillas transparentes, los líquidos y los geles. El sobrante se manifiesta en una textura lechosa y opaca, aunque esta saturación es muy deseable en jabones para manos, ya que hacen que la espuma sea más abundante y suave.
Si alguna vez has intentado hacer un jabón transparente mediante el proceso en frío, sin duda habrás fracasado, porque sin importar la precisión con la que hayas medido los aceites y el álcali, el proceso rara vez generará suficiente calor como para neutralizar por completo los ácidos grasos. Si lo que buscas es la transparencia, el método en caliente es el único sistema que nos la proporcionará.
Por si te quedaron dudas: el álcali y la saponificación.
El álcali es un compuesto químico, muy soluble en el agua, que actúa como base energética en una disolución acuosa, para dar lugar a la formación de iones de hidróxido.La saponificación es una reacción química que produce calor. El proceso en caliente combina la combustión química de ésta, con la calidez mecánica de tu cocina. Esta fusión une todos los ácidos grasos con el álcali y, de esta manera, se lleva a cabo la hidrólisis. Se completa cuando el álcali ha reaccionado con todo el ácido.
El producto que obtenemos es, por un lado, jabón, y por el otro, glicerina. Para su uso comercial se suele separar los dos componentes, pero el artesanal los conserva. El resultado; un jabón neutro y transparente.