Post más que breve, por una razón justificada. Me lastimé la mano con un vaso (eso me pasa por lavar la vajilla...) Actualizo en breve. ¡Con el post que te merecés!
Este fue mi mensaje del viernes. Gracias por lo comentarios de aliento, no sé si aún he podido explicar con claridad la importancia que tienen en mi desmesurada vida cotidiana. Mi mano está perfectamente, cicatrizando con total normalidad. Pensé que el sábado iba a poder acompañarlas un rato con el "paso a paso" de estos centros de mesa infantiles, pero no fue posible. Todavía dolía. Así que hoy, llego para cumplir las deudas adquiridas y para contarte una novedad, que ni yo me la creo...La que nace para mona...
Uno de los dichos más característicos de mi abuela. Que supongo era una fusión de "Aunque la mona se vista se seda mona queda" y "Al que es barrigón...es añudo que lo fajen" , bizarro mix de sabiduría criolla, literatura gauchesca y picardía de una mujer que conocí ya con más de cincuenta años. El tema es que yo nací para mona. Por eso el refrán me suena tanto, habitualmente iba dirigido a mí. Y cuando me decía "mona" era literal: vivía colgada del ciruelo del jardín y de los muebles -cuanto más altos, mejor- en movimiento perpetuo y con un nivel de torpeza digno de estudio psicomotriz. Sigo siendo la misma mona, únicamente que el perpetuo movimiento físico fue sustituido por experiencias menos extenuantes (ahora prefiero la introspección y esas cosas con las que se transpira menos...) Pero lo que es torpe y distraída...doy miedo. Así fue que me corté la mano. Por mona.
¿Te cuento?
Era la mañana del jueves y tenía que lavar la loza. No tengo ningún problema en dejar vajilla en la pileta "para otro momento" pero no sé por qué, esa mañana me dio el síndrome del ama de casa perfecta. Quería hacerlo rápido para terminar el post de los finde frugales. Ahora que soy mamá de tres (un hijo, desmesuras e intensiones, ya es bastante) ya pasé por la "asimilación" del triplete pero todavía estoy en proceso de "acomodación", así que tener post programados es un horizonte lejano. Sin embargo. había calculado escribir el post antes de preparar el almuerzo, mientras los hombres de la casa están cumpliendo sus deberes oficiales (¿yo? En casa. Les cuento por qué en el post sobre el miedo al cambio) Con la gracia de movimientos que me caracteriza, empecé a despejar las tazas y los platos cuando sentí un dolor agudo en la mano. Lo curioso era que no entendía de dónde venía hasta que decidió presentarse: un hermoso tajo entre el dedo anular y el índice de mi mano izquierda. ¡No se imaginan cómo molesta un corte entre los dedos! Y yo que ni siquiera me acordaba que existía algo así como la vacuna antitetánica...La cuestión es que teclear no era mi actividad preferida en ese momento, por lo cual, me disculpo formalmente por todos los comentarios que debo y por el post impresentable del viernes. Quería pasar a saludar, por lo menos....
Lo prometido es deuda.
En este momento se devela todo el secreto de los centros de mesa infantiles que compartí contigo el viernes: usé cerámica sin horno. El fin de semana pasado estuvimos con no-marido y Camilo en la Feria del Libro infantil y entre las cosas que nos trajimos a casa (además de libros, obviamente) compramos un paquete de cerámica sin horno de Infantozzi. ¿Razón de la compra? Amo los productos de esta marca -y conste que este no es un post patrocinado. Son uruguayos, ecológicos, no tóxicos y cuando quieran me pueden regalar todos los productos que los recibo encantada como si tuviera cinco años. Ya había hecho una referencia a estos productos cuando buscaba sugerencias para regalos infantiles, la cerámica, me gusta para trabajar con Camilo porque:
- Es no-tóxica.
- Es fácil de modelar (ya la usamos en otra ocasión)
- Seca con rapidez al aire libre (en un niño, la paciencia no es una virtud)
- Se pinta con cualquier tipo de pintura sin problema.
Como detalle: es importante para este tipo de trabajo elegir la cerámica color natural para que el proceso de pintado sea más sencillo. El resto del trabajo es tan fácil como:
1- Hacer "rolllitos"
2- Armar piruletas con un palo de brochette.
3- Dejarlas secar al aire libre de un día para otro.
4- Pintarlas de tu color preferido (si le das una base blanca primero, los colores quedan más nítidos)
5- Armar los centros de mesa más económicos del mundo en una base atractiva.
Desmesurado, ¿no? Tan sencillo de hacer que no hay excusas para no decorar la mesa del próximo cumpleaños. Y si estás pensando que no tenés cerámica a mano, siempre está la posibilidad de usar masa de sal que, aunque seca con un poco más de lentitud, si la calentás en el horno -entre las milanesas- queda igual de linda que la cerámica.
Ahora...la novedad.
El trabajo fue a dos manos: compartido con un hijo muy participativo en el proceso de armar y pintar. La expresión plástica es una de las actividades que más disfrutamos. Te lo conté antes cuando hice el raro pastiche entre arte y economía familiar y cuando compartí contigo cómo pintamos juntos. Aunque en las últimas semanas estamos incursionando en los experimentos caseros. Ya le llegará el turno a la ciencia en este blog, porque Camilo decidió que quiere ser Youtuber ...y ¡quiere que lo filme! Así como lo leés. El niño se propone "ser famoso" y quiere ver sus videos en Youtube. Aunque todavía estoy superando el impacto, cuando descubra la mejor forma de hacerlo, le doy el gusto.
Por ahora, nos conformamos con las piruletas...que mamá es perfil bajo y prefiere la tortura física a que la registren con una cámara. Supongo que los hijos llegan para desafiar todos tus límites (los reales y los imaginarios...) Dado que estoy en proceso de cambio, es probable que muy pronto desafíe mi temor a "verme expuesta y exponer a mi hijo", a "hacer el ridículo" y a ser "demasiado llamativa" , cumpliendo el deseo de Camilo y retándome a probar algo diferente. De estos temas entre trascendentes y cotidianos te hablo hoy en Intensional. No hay más desmesuras para este lunes, que ya abusé de tu buena voluntad lectora por un solo día.